¡Ah, qué Tony Gali! El candidato que vendía metros de gabardina y popelina a sus “marchantas”. Me recordó a aquel que andaba por el monte cuidando a sus animalitos en el cerro y que después se convirtió en gobernador de Puebla. La misma intención, “yo vengo de muy abajo, sé lo que es el hambre y la necesidad”.
La bronca es que la intención de este tipo de discursos ya no se las cree ni el Señor de las Maravilla. Y lo peor de todo es que son testimonios que vienen de políticos de partidos diferentes.
¿Quién les escribe sus anuncios, quién los asesora? Gali no necesita este tipo de mensajes ni tampoco tiene por qué salir con la vieja cantaleta de “yo sé cómo” que nos recuerda a otra retahíla de servidores públicos que también “saben cómo”… Este estilo de comunicaciones son lugares comunes que denotan una falta de creatividad espantosa, obviamente esta falta de creatividad también se la acreditarán a Gali.
No hay nada que perjudique más a un candidato político que ser cubierto con mensajes y discursos manidos. Esto lo coloca no como un político único y diferente, sino como otro político más, igualmente manipulador y, por lo tanto, transa, aunque no lo fuese.
Hacer publicidad no es “enchílame otra” y menos hacer publicidad política. Lo más preciado para un político es su imagen, ponerla en manos de cualquier “genio” es un riesgo inconmensurable. No me cansaré de repetir que una cosa es el trabajo político y la labor con los grupos de apoyo, y otra muy distinta la comunicación con el público, que es quien al fin y al cabo le otorgará el voto.
Espero que no se les vaya a ocurrir a sus asesores hablar de un “arriba y a delante” o de “el orgullo poblano” de Bartlett, o mencionar que existe un “compló” en su contra.
La verdad, yo pienso que no es lo mismo venderle gabardina a las “marchantas” que venderle una idea a todo un pueblo… un pueblo que sólo puede comprar “manta” para hacerse calzones.