Aunque aún faltan puntos por definirse, inicialmente puede decirse que ya hay un consenso para que el tan ansiado debate entre los candidatos a la presidencia municipal de Puebla se efectúe el próximo martes de 18 de junio.
Está previsto que la sede del encuentro sea el hotel Camino Real, el cual se ubica a un costado del fraccionamiento residencial La Vista.
Serán los propios partidos políticos implicados en la contienda los que tengan que patrocinar el encuentro entre los tres aspirantes a la alcaldía de Puebla, ya que el Instituto Electoral del Estado —este pésimo árbitro— alega que no cuenta con los recursos necesarios para organizar el encuentro entre Enrique Agüera, Tony Gali y “El profe” Ceballos.
En lo único que sí contribuirá el famoso IEE es en elaborar una propuesta de debate con los temas a tratar y los tiempos que tendría cada uno de los participantes para realizar sus exposiciones; de hecho, ya trabajan en dicho formato.
La hora inicial que se ha pactado para que se lleve a cabo el famoso debate quedó a las 20 horas del martes 18 de junio, fecha en la cual, si las cosas siguen como van, los ánimos llegarán bastante caldeados.
Como pocas ocasiones en la historia de Puebla el debate entre los dos principales aspirantes llama mucho la atención, tanto Gali como Agüera tienen buenas características para hacer de esta exposición de ideas un verdadero parteaguas en la historia política de los procesos electorales de Puebla, aunque mucho depende del formato que se apruebe para la realización de dicho evento.
Aunque —repito— aún están a discusión los temas a tratar, se busca que los candidatos debatan sobre siete grandes ejes: seguridad pública, generación de empleo y desarrollo económico, reordenamiento territorial y urbano, transparencia, servicios públicos, política social y, finalmente, un tema libre; obviamente, se estima que entre cada tema haya oportunidad para la exposición, pero también para la réplica y la contrarréplica.
Muchos consideramos que el debate puede ser fundamental para definir el rumbo de la elección a celebrarse el próximo 7 de julio; habrá que ver en qué condiciones se llega a dar este encuentro y, por supuesto, quién sabe sacar mayor provecho del intercambio de ideas que deberán tener obligatoriamente los tres aspirantes a la alcaldía.
La guerra sucia alienta el abstencionismo
Los candidatos a la presidencia municipal de Puebla y sus respectivos deberían analizar muy bien la estrategia que han puesto en marcha, porque los efectos pueden ser contrarios a lo que persiguen.
En este proceso electoral se advierte que existe —a poco más de un mes para que se lleve a cabo la elección— una amplia franja de indecisos, los cuales representan entre un 25 o hasta un 30 por ciento, de acuerdo con algunos estudios.
Estos personajes que se conocen también como switcher, de acuerdo con el comportamiento electoral, suelen desalentarse en su participación y entonces no votan y contribuyen al abstencionismo o también anulan su voto, lo cual no contribuye a la consolidación de procesos democráticos en el estado y en gobiernos sólidos con amplio respaldo popular.
La guerra que ya comenzó en esta cuarta semana de campaña difícilmente va ayudar a alguno de los dos punteros y los dos se van a ver muy lastimados en cuanto a su figura pública al recurrir a este elemento, el cual no les aportará nada.
Hace unos días le escuché una frase al secretario general de Gobierno, Luis Maldonado Venegas, con motivo del arranque de las campañas, una frase con la que me quedo: “La campaña dura 60 días, los agravios se quedan para toda vida”.
Si bien es cierto que, como decía Melquiades Morales Flores, la lucha por el poder no es el concurso para ver “quién es la reina de la primavera”, lo cierto también es que los candidatos deben de voltear a verse en el espejo de otras elecciones; para no ir tan lejos, en la de 2010. Han pasado ya más de tres años de esa elección y aún las heridas provocadas por la contienda no cicatrizan del todo.
Puebla busca un personaje que sepa conciliar y, otra vez parafraseando a un exgobernador —en este caso a Alfredo Toxqui y Fernández de Lara—, que “cancele odios y rencores”; bueno, al menos esa es mi óptica.
Casi listo el debate
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