La gran fuerza de la economía de un emprendedor está sustentada en su plan financiero. Como sabemos, el plan financiero es una estrategia personal para establecer los puntos de acción en cuanto a nuestro capital.
Es muy común que el emprendedor que tiene que crear el plan financiero de su negocio tenga deficiencias en algunos de los puntos mencionados, especialmente en el último. No es habitual que el emprendedor haya modelizado financieramente alguna vez un negocio, por lo que le resulta una actividad especialmente difícil y compleja, y en la que se siente muy inseguro.
Tras años revisando planes financieros de proyectos de creación de empresa de los alumnos de la escuela de negocios en la que colaboro habitualmente, me gustaría apuntar cinco consejos que pueden, en cierta medida, paliar ese —en ocasiones insalvable— déficit de experiencia que supone no haber realizado antes una estimación de variables y una modelización financiera de una empresa.
Los cinco consejos son los siguientes:
 
1. Entender el negocio
Hay que convertirse en un pequeño experto en la industria concreta. Incluso si es un sector muy técnico, es deseable aprender unos mínimos conocimientos que nos permitan entender el negocio. Esto hará que contrastemos y comprendamos toda la información que manejemos en la planificación. El objetivo es evitar que haya partes del proyecto que sean para nosotros una caja negra que sólo puede ser interpretada por el gestor del negocio o por un técnico de un área.
 
2. Utilizar el sentido común
Es habitual dejar el sentido común fuera de la hoja de cálculo que estamos creando. Tomemos las hipótesis básicas del modelo usando el sentido común. Busquemos los argumentos que usaríamos si alguien nos rebatiese esas hipótesis para contrastarlos y ver si son argumentos sólidos o no. Al ir avanzando en la modelización, miremos de vez en cuando hacia atrás y seamos críticos con lo que estamos haciendo. Es habitual tomar hipótesis de partida difícilmente defendibles o también desvirtuar las hipótesis iniciales al adentrarnos en el ejercicio de modelización.
 
3. Hacer un ejercicio sencillo
La hoja de cálculo es una herramienta potentísima pero muy peligrosa. Es habitual encontrarse a un emprendedor empantanado con un engorroso modelo financiero y sin ser capaz de cuadrarlo. La experiencia demuestra que hacer un ejercicio de planificación muy detallado no implica que sea un mejor plan financiero. El objetivo es anticipar lo que va a pasar, y eso se hace mejor con un modelo sencillo pero correcto.
 
4. Simular los estados de caja a largo plazo
En muchos libros se afirma que la tesorería en el plan financiero permite cuadrar el balance. Muchos emprendedores creen, por tanto, que no es necesario crear un cuadro de tesorería con alcance igual a la duración del proyecto. Eso es verdad si lo he modelizado todo bien en las cuentas de pérdidas y ganancias y en el balance. Lo normal es que la primera modelización de un proyecto tenga ciertas inconsistencias, por lo que es muy recomendable estimar los tres estados financieros (pérdidas y ganancias, balance, y tesorería) e intentar posteriormente cuadrarlos. La probabilidad de no haber tratado homogéneamente un elemento del plan en las pérdidas y ganancias y en el balance se reduce muchísimo de esta manera.
 
5. Crear escenarios
El conocido como análisis de sensibilidad es un ejercicio que intenta ver la sensibilidad de nuestro plan de negocio a la variación de las principales variables del proyecto. A pesar de contar con una herramienta tan potente para este cometido, como la hoja de cálculo, no se suele dedicar suficiente tiempo a este ejercicio. La experiencia demuestra que la probabilidad de que las variables claves se comporten como hemos estimado en el modelo no es muy alta, por lo que crear escenarios es esencial para comprender qué es lo que realmente puede llegar a pasar.
 
 
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