Nunca imaginé que existiera en la historia de Puebla algún personaje público que superara a la actual senadora de la República, Blanca Alcalá Ruiz, en su agudo problema con la puntualidad. En 2007, la entonces candidata a la presidencia municipal de Puebla del PRI acostumbraba, por cuestiones hasta hoy inexplicables, llegar tarde a todos y cada uno de sus eventos. Como aspirante a la alcaldía, quizá, pensábamos, desconocía lo perjudicial de su defecto, pues nadie tiene derecho a disponer del tiempo de los otros.
Su defecto se agudizó cuando ya sentada en el palacio municipal su impuntualidad se convirtió en costumbre. Incluso, hoy en día, no existe personaje dentro de la vida pública y privada de la legisladora que no sepa que Blanquita llega tarde a todos lados.
Le cuento esto porque parece ser que ahora otro aspirante al mismo cargo, por el mismo partido y por la misma ciudad, adolece del mismo mal. Ayer Enrique Agüera Ibáñez llegó 2 horas 15 minutos tarde a un desayuno de empresarios programado a las 9 horas. No está en duda que su retraso se debió a cambios en la agenda de último momento; sin embargo, la impuntualidad representa aquí y en China una falta de respeto, seriedad y compromiso.
En el acto, más de mil empresarios de todos los sectores: automotriz, de servicios, constructores, mobiliarios, entre otros, aguantaron vara y se quedaron hasta la llegada del exrector, quien debido a su retraso, supongo, fue breve y directo en su discurso.
Ojalá este incidente no sea un común denominador en lo que resta de la campaña pues, bien dicen, crea fama y échate a dormir. Si no, que Agüera Ibáñez le pregunte a su amiga Blanquita Alcalá, quien hoy aún sufre las consecuencias de su innegable defecto.