Anoche nuevamente fuimos testigos de eso a lo que la democracia mexicana llama debate. Después de ser testigos de la patética presentación y peor producción televisiva a cargo de la organización Actívate por Puebla, especialista en colocación de piedras gigantes como parte de su sello de trabajo, es imposible analizar la exposición de ideas hecha por los tres candidatos a la presidencia municipal de Puebla.
El único análisis que estamos obligados a hacer ante tales circunstancias circenses, de las que irremediablemente los medios de comunicación formamos parte, es la urgente necesidad de una Reforma Electoral que incluya el numero de debates, fechas exactas, la participación directa de la autoridad electoral, procedencia de recursos para la realización de los mismos y lo ultimo, y más importante: cambiar el caduco formato de debate que existe en nuestro país.
Lo transmitido anoche presentó lo mismo de siempre. Cinco rondas, preguntas y respuestas, tiempo de exposición: bla-bla-bla. Esto convierte al mal denominado debate en una serie de aburridos monólogos, rompiendo incluso con la raíz de nuestra lengua, tomando en cuenta que “debate” significa, según la Real Academia de la Legua Española, “discusión de opiniones antagónicas sobre un tema o problema”.
La incapacidad del Congreso de Puebla de efectuar una verdadera reforma electoral que beneficie tanto a los aspirantes en la elección popular como a los ciudadanos es ofensiva. Los pocos poblanos que vimos la transmisión completa de dicha exposición de ideas somos quienes por alguna circunstancia profesional estamos inmiscuidos en el tema; sin embargo, los ciudadanos en general, ésos de a pie, los que no pertenecen al denominado circulo rojo, no supieron, no se enteraron, no les importó o simplemente prefirieron ver la telenovela en turno. ¿Eso es democracia? Estamos jodidos.