Al parecer, todos los actores políticos están empeñados en que en Puebla se viva un conflicto postelectoral.
Ni de un lado ni del otro parecen estar dispuestos a ceder, la campaña de lodo o la “guerra sucia” invadirá con todo los últimos días de este proceso electoral, que se ha caracterizado por su mediocridad.
Los números así lo reflejan. Recientemente, el encuestólogo David Mendoza vaticinó —de acuerdo con sus estudios— que la participación ciudadana el próximo 7 de julio apenas llegará a 44 por ciento, una de las más bajas en los últimos años.
Y es que las campañas no alientan al voto, al contrario, lo desalientan y, si a esto se le suma la desconfianza que ha creado el Instituto Electoral del Estado con su actuar tan cuestionado en este proceso, la suma parece no ser alentadora para ninguno de los contendientes.
Si a esto se le suma la campaña para anular el voto que han arrancado algunas organizaciones de izquierda, como la que encabeza el regidor David Méndez y el grupo G2G —que encabeza el expresidente municipal de Puebla, Gabriel Hinojosa Rivero—, el desaliento encamina a un choque de estructuras, donde lleva la de ganar el dueño de casa, aunque el precio será demasiado alto.
A nadie le conviene que Puebla viva un escenario de polarización, pero al parecer las dos principales fuerzas políticas en pugna así lo quieren. Ya aparecieron los primeros espectaculares en donde se asocia la figura del gobernador Moreno Valle con la maestra Elba Esther Gordillo, hoy caída en desgracia.
También circulan en la red videos con despensas repartidas por el DIF estatal, donde se acusa que estos artículos se reparten con fines electorales por personal de esta dependencia, lo cual derivó en una denuncia ante la Fepade.
Hasta en los cines los candidatos han llevado sus spots publicitarios, parecen no darse cuenta del hartazgo que hay, provocado por ellos mismos y sus equipos de esta campaña, el cual afortunadamente sólo va a durar 60 días, un mes habría sido fatídico para ambos.
La séptima semana rumbo a las definiciones —aunque crucial— no parece variar de lo que se ha visto en las últimas dos. Los cierres de campaña con la presencia de figuras nacionales al parecer serán la constante de la penúltima semana de campaña rumbo al 7 de julio.
 
Un desastre los debates
De verdad que no es hacer leña del árbol caído, pero el IEE de Puebla es un auténtico desastre, y así lo corroboraron los debates que se llevaron a cabo entre aspirantes a diputados locales, los cuales —como lo anticipé— fueron un relajo.
El común denominador fue la pésima organización de los encuentros, que pasaron prácticamente desapercibidos y sólo en redes sociales se pudo tener uno que otro comentario.
Fue una lástima la pésima organización y transmisión vía internet de los mismos, ya que el ejercicio era interesante, sobre todo en algunos casos donde debió existir una mejor cobertura.
Hay que destacar lo hecho por la candidata de Puebla Unida Susana Riestra Piña en el debate del distrito 12, quien no cayó en provocaciones y prefirió verse propositiva mostrando varias propuestas de reforma que tiene redactadas y certificadas ante notario público y que presentará en caso de ser electa diputada.
Entre estas propuestas se encuentran la “Ley de Seguro Educativo”, la “Ley de Fomento al Empleo” y una reforma a la Ley de Deuda Pública.
Lo mismo con lo hecho por Víctor Manuel Giorgana Jímenez, quien no debatió con su adversario, alegando que la invitación girada por la junta distrital 16 estaba mal en el nombre, razón por la cual no era él el invitado, una “colmillada” del exlíder del Congreso local que dejó muy malparada a la autoridad electoral.
Del resto de los debates, nada que decir: sin pena ni gloria.
 
Sobre el clientelismo electoral
Ayer en su cuenta oficial de Twitter, el exconsejero presidente del IFE Luis Carlos Ugalde subió un ensayo que publicó la revista Nexos bajo el titulo: “Clientelismo Electoral y compra de voto”, me pareció buenísimo y les comparto un extracto.
El clientelismo electoral es el reparto de favores, bienes materiales, servicios o dinero a cambio de votos y/o apoyo político. La coacción del voto ocurre cuando el intercambio entre votantes y candidatos se realiza a través de amenazas, chantajes, fuerza o violencia. La compra del voto ocurre cuando este intercambio es voluntario. Por lo tanto, la coacción y compra del voto son dos tipos de clientelismo electoral, que por definición ocurren durante campañas electorales y con frecuencia implican la utilización de recursos públicos con fines privados.
Desde una perspectiva económica, el clientelismo electoral se asemeja más a un mercado, donde diversos grupos de votantes organizados negocian sus votos a cambio de recibir despensas, materiales de construcción o dinero en efectivo. La negociación ocurre a través de intermediarios: líderes comunitarios que negocian con los operadores de los candidatos en disputa. Se trata de un mercado de intercambio voluntario que responde al interés de ambas partes. Desde esta perspectiva, se diluye la jerarquía entre patrón y cliente, ya que tanto los candidatos como los votantes ofrecen servicios a cambio de algo.
2. Funcionamiento del clientelismo electoral
El clientelismo electoral en México funciona a través de estructuras piramidales que operan durante las campañas electorales y durante el periodo entre campañas. Su principal objetivo es ganar elecciones. En el periodo entre campañas, buscan ganar la lealtad política de la ciudadanía. Las principales herramientas para lograr ambos objetivos son el reclutamiento de nuevos simpatizantes y la gestión de beneficios materiales, piedra angular del clientelismo electoral.
En todos los casos, la parte inferior de la estructura piramidal se localiza al nivel del barrio o colonia y está compuesta por personas (por lo general mujeres) leales al partido político. Más que por dinero u otros beneficios materiales, estas personas trabajan por beneficios intangibles como la satisfacción de contribuir a una causa, el reconocimiento de los habitantes del barrio y el prestigio de ser la persona encargada de gestionar y llevar beneficios materiales a los vecinos. Los partidos prefieren recurrir a mujeres porque tienen más tiempo disponible, pasan más tiempo en la colonia y por lo general tienen mayor reconocimiento entre los vecinos.
El punto más alto de la estructura piramidal se localiza en donde el partido tenga mayor acceso a recursos públicos. Si el partido ocupa la gubernatura, lo más probable es que la oficina del gobernador sea el punto más alto de la pirámide; si el partido no ocupa la gubernatura, lo más probable es que sea la presidencia municipal o la zona de mayor concentración de simpatizantes. La razón de esta variación es que la manutención de la pirámide no sólo depende de la lealtad de los simpatizantes, sino también del dinero disponible para gestionar beneficios materiales para la ciudadanía. Aunque este dinero también proviene de simpatizantes o entes privados, lo más común es que provenga de las prerrogativas de los partidos, del erario, de cuotas sindicales o gremiales y/o del desvío de recursos públicos.
Hasta aquí parte del ensayo, cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.