No me creas, lector querido, pero, según cuentan, cuando Bejarano entró a la casucha del “Cocoy”, todas las tablas del techo de su jacal se desligaron y se fueron al piso, y las ramas de pirul y romero que usa para sus trabajos salieron volando por los aires. “Cocoy” tomó de la mano a Rosalía, su nueva compañera —la viuda de “Pito” Bales— y le dijo: “Calma, chiquita, calma, este güey está ligado al chamuco, y todo lo que toca está ligado a las artes oscuras de la ligas”.
“Cocoy” nunca le dijo a Rosalía cuál había sido la razón de la visita del oscuro personaje a su choza, aunque, según dicen, fue para que lo volvieran a ligar al PRD.
El amor del brujo de Catemaco por Rosalía era muy grande y sincero. La pasión de Rosalía por “Cocoy” nació cuando él le pasó el huevo por la espalda. Rosalía narra en una carta escrita a la madre superiora del convento de las Madres del Perpetuo Arrepentimiento —donde estuvo recluida después de la muerte de su Agapito “Pito” Bales— que, cuando “Cocoy” le mostró el huevo que le había pasado por la espalda, estaba limpiecito, cosa que la llenó de júbilo.
Rosalía, en su infinita inocencia, le comentaba insistentemente a “Cocoy”: “Amor, ¿no sería bueno que les dieras una pasadita de huevos a los diputados del país? Están como embrujados, como ‘ligados’ a no se qué onda oscura”. “Cocoy” soltó la risa porque sabía que detrás de su pregunta lo que Rosalía quería saber en realidad es cómo le hizo para pasarle el huevo por la espalda.
Según me cuenta Amada, una de las edecanes de la Cámara de Diputados, Agapito y Severo, hijos de “Pito” Bales y Rosalía Unapura, tiene facultades extra sensoriales que les permiten ver al espíritu de su papá “Pito” Bales flotar entre las curules, haciendo que los diputados entren en un sopor bestial que los induce a quedarse “jetones” en pleno debate, a pesar de haberse tomado solamente “media” de Chivas. 
Insisto, amable lector, no me creas, pero, según dicen por ahí, fue el espíritu de “Pito” el que les aconsejo a Madero (del PAN) y a Zambrano (del PRD) que le echaran la culpa a Peña Nieto del cochino desmadre que han armado los alcaldes y sus partidos en las votaciones pasadas; como si no supiéramos que el presidencialismo ya “chupó faros” y que ahora son ellos —los diputados y los senadores— los que mangonean al país, junto con sus partidos… aconsejados, desde luego, por el espíritu de “Pito” Bales.