Bien dicen que “nadie sabe para quien trabaja”, y es que después de analizar la lista de regidores priistas que lograron colarse en la próxima administración municipal, que entra en funciones en febrero de 2014, la realidad es que salieron ganando, y sus “padrinos” políticos más.
La evidente inexperiencia política de Enrique Agüera Ibáñez y la ausencia de un equipo sin intereses personales fueron sólo algunas razones por las cuales el exrector, y no así los grupos que manejan los hilos priistas, fuera víctima de la más baja y ruin operación política en su contra. “Perdiendo a veces también se gana”, decían algunos. 
Analice usted. Maria Ester Gámez Rodríguez, exabogada general del la UAP, durante los periodos de Enrique Agüera como rector es la única persona cercana al excandidato. En la lista le sigue Karina Romero Alcalá, hija de la senadora priista Blanca Alcalá, quien aspira a convertirse en gobernadora de este estado y, por obvias razones, el posible triunfo de Agüera perjudicaba sus aspiraciones. 
El tercer puesto fue otorgado para el dogerista Iván Galindo, quien trabaja por y para el proyecto (cualquiera que sea) de su jefe político, a quien tampoco le simpatizaba la idea de que el abanderado priista llegara al “Palacio de Charlie Hall”. La siguiente regiduría fue agandallada por el Partido Verde Ecologista, que encabeza Juan Carlos Natale, mejor conocido como “Príncipe Encantador”, y que, como todos sabemos, logró colarse —con el pretexto de la coalición— en la tercera posición de las diputaciones plurinominales, a fin de no perder el control del instituto político que tiene secuestrado. 
Por lo menos a ninguno de los personajes antes mencionados les convenía, bajo ninguna circunstancia, que Agüera Ibáñez se convirtiera en el presidente municipal de Puebla, y si bien no se puede asegurar una operación política en su contra, lo que quedó en evidencia es que no hubo ninguna operación. 
Antes de iniciar el proceso electoral externo, los priistas sentaron al exrector de la UAP y le prometieron por todos los santos que conformar su planilla con personajes ligados a ellos le ayudaría a captar votos y los obligaría, por tanto, a trabajar a favor de su proyecto político. Lo que no le explicaron a Agüera es que, con o sin el triunfo el pasado 7 de julio, ellos, los “padrinos”, llevarían agua a su molino e iniciarían su propio camino hacia la grande, sin importar cuán complejo puede ser. 
Este es sólo uno de tantos errores de Enrique Agüera. Ni hablar, se lo chamaquearon.