En los próximos días los poblanos seremos testigos del anuncio de una nueva “ideota” que nos acercará a la verdadera Rafalandia. Si usted pensaba que lo había visto todo, lamento decirle que el Señor de los Cerros nos tiene una noticia bomba que competirá en términos de lo absurdo con la Estrella de Puebla y con el fantasmagórico teleférico.
Está tan emocionado el mandamás poblano que no quiero echarle a perder su anuncio, por lo que esperaré pacientemente unos días para que, de su propia voz, conozcamos tan importante proyecto.
Les adelanto que será una inversión mayor que la rueda y el teleférico juntos, y que nos transportará a lo más cercano que tenemos los poblanos a un palacio como los de Disney.
Ya cuento los días.
La Estrella “estrellada” de Puebla
Seguramente a usted le han caído algunos voceros morenovallistas intentándole vender el cuento de cómo la ruedota de la fortuna se ha convertido en el detonante turístico de Puebla.
El “gran” observatorio de la Angelópolis —según cuentan los defensores de este despilfarro— se convirtió en el parteaguas turístico que ni la catedral ni el Centro Histórico ni Cholula ni la gastronomía ni todos estos tesoros de manera conjunta le habían podido dar a nuestro estado, a diferencia de la “ideota sexenal” nacida en la casona de Los Fuertes de instalar el armatoste circular en nuestra capital.
Vaya forma de atentar contra nuestra inteligencia.
El problema de fondo es que, por más palabrería y mercadotecnia, jamás podrán justificar un gasto tan absurdo como el de la llamada Estrella de Puebla.
Seguramente usted conoce ciudades mexicanas sin playa con un éxito rotundo en materia turística, las cuales no requirieron de una ruedota ni de un teleférico para atrapar el interés de miles de visitantes.
Oaxaca es, sin duda, un magnífico referente de lo que se puede hacer para explotar el turismo con base en sus joyas arquitectónicas, sus bellas iglesias, su extensa gastronomía, sus bellas artesanías y la obra de sus artistas plásticos, reconocidos a nivel internacional.
Curiosamente —salvo sus artistas—, nuestra Puebla tiene elementos suficientes como para pelear ese turismo, sin que hasta la fecha hayamos podido encontrar el secreto que nuestros vecinos sí.
Parece mentira que un estado tan pobre haya logrado tanto en los últimos años, mientras nosotros queremos ganar turistas con una rueda de la fortuna comprada en Alemania.
Con todas sus limitaciones, los oaxaqueños lograron hacer del mezcal una moda y una tendencia de consumo nacional.
No es casualidad saber que la tierra de Juárez está combatiendo con buenos resultados los problemas sociales, mientras que aquí, en el reino morenovallista, perdimos la brújula en estos dos últimos años.
Un comparativo entre los gobiernos de los estados de Puebla y Oaxaca, sustentado en la evaluación de Coneval, fue suficiente para demostrar que Gabino Cué ha sido un gobernador mucho más eficiente en cuanto a su política social, que Rafael Moreno Valle.
En mi columna publicada hace una semana desglosé los puntos más representativos que no dejan lugar a dudas del éxito oaxaqueño, comparado con el declive del gobierno poblano en términos de atención a las personas que viven en extrema pobreza.
Más indignantes resultan los números de Coneval en el caso Puebla, cuando se recuerda que nuestro mandatario gastó 400 millones para instalar la ruedota de la fortuna, sin importar que en los dos últimos años nuestro estado haya aportado más de 50 por ciento de nuevos pobres de todo el país, con más de 250 mil.
Y así como Oaxaca, podemos citar muchos otros ejemplos de ciudades que han logrado convertirse en puntos de visita obligada para turistas nacionales y extranjeros, sin necesidad de derrochar tantos millones en estas puntadas sexenales.
¿Otra ideota sexenal?
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