En Puebla hemos oído declaraciones desafortunadas por parte de políticos de todos los niveles y Poderes del Estado, sin embargo, lo dicho por la diputada panista Ana María Jiménez no es más que un ejemplo de lo retrógrada e ignorante que pueden llegar a ser nuestros representantes populares. 
La señora legisladora (que hasta hoy no ha realizado nada relevante dentro del Congreso local) tuvo la estúpida idea de volver a hacer pública su homofobia y falta de conocimiento sobre temas que evidentemente no tolera y mucho menos investiga. La yunquista, por cierto, de bajo nivel dentro de la organización de ultraderecha, aseguró en un evento público que “los hijos adoptivos de personas homosexuales corren mayores riesgos de caer en drogadicción o delincuencia”. No conforme con evidenciar su grado de estupidez, osó asegurar que hay estudios que demuestran lo que dice. 
Sin dejar de lado que la peor parte de esto es que la diputada es representante del pueblo y por tanto la voz de los ciudadanos (#nomamar, diríamos en Twitter), la verdad es que sus recientes declaraciones no sólo la colocan en un lugar non grato, sino que también evidencia su constante incongruencia legislativa pues ella misma presentó ante el Congreso modificaciones a la Ley de Adopciones en Puebla, donde aseguró que los gays también podrían adoptar si cumplen con los requisitos, porque “esta ley no discrimina, pues ellos (los homosexuales) también representan al núcleo familiar”. 
Es una verdadera lástima que, ante tanta presunción de avances en el desarrollo de infraestructura, empleo y seguridad de Puebla tengamos en el Poder Legislativo a una mujer que traslada sus evidentes traumas, frustraciones y tabúes a la tribuna. Es vergonzoso saber que existen seres llenos de miseria que intentan repartirla y, por si fuera poco, ocupan un espacio público. 
Pobre mujer. 
Que Dios la perdone, no por mocha, sino por imbécil.