Aunque algunos han cuestionado su relación, lo cierto es el presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, y el alcalde electo Antonio Gali Fayad no tienen ningún problema.
Y es que el presidente municipal de la capital, Eduardo Rivera, ha tendido puentes de plata con quien será su sucesor, le ha dado todo y le ha abierto todas las puertas, consciente de que a Gali le gustan las relaciones en donde todos ganan. 
Es cierto, el actual edil ha cedido parte de sus reflectores a favor de quien será su sucesor, pero esto a cambio de tener una salida sin ningún sobresalto y, sobre todo, que le permitirá seguir en el escenario político una vez que concluya su administración, al primer minuto del día 15 de febrero de 2014.
Gali, por su parte, ha tenido múltiples deferencias para Rivera Pérez, con quien ha establecido una buena comunicación, la cual data de hace tiempo; no en balde Gali durante mucho tiempo fungió como enlace entre la administración estatal y el edil capitalino, en los tiempos más difíciles entre ambos niveles de gobierno.
De ahí que ahora ambos se dejen ver como parte de una transición como nunca se había visto en la historia de Puebla. Hay que decirlo, Eduardo Rivera Pérez es un político en toda la extensión de la palabra y ha mostrado una categoría pocas veces vista, lo cual, incluso, le ha acarreado críticas por parte de muchos de sus compañeros de grupo político, quienes se molestan ante la presencia de Gali en eventos y toma de decisiones.
El actual edil capitalino es un hombre inteligente, que por ningún motivo va a buscar un enfrentamiento por el escenario, él sabe que sus tiempos se darán más adelante. Por su parte, Gali Fayad tiene como característica sumar y sumar, sabe que durante casi cinco años será el eje sobre el cual girarán muchos reflectores; para qué entrar en una polémica con quien le ha dado todas las facilidades.
La ecuación de ambos personajes es sumar en una relación en donde todos ganen. Qué necesidad hay de adelantar los tiempos, si para 2018 aún faltan cinco años y muchas, pero muchas cosas pueden pasar.
 
La postulación del Ñoño, una broma
La semana pasada el diputado local y dirigente en Puebla del PRD, Eric Cotoñeto, anunció que el senador Luis Miguel Barbosa Huerta, mejor conocido como “El Ñoño”, podría ser el candidato del PRD a la gubernatura en 2018.
La versión pareciera ser acertada hasta cierto punto, la carrera del “Ñoño” sin duda ha sido ascendente. Nadie en su sano juicio hubiera pensado que algún día iba a poder alcanzar un escaño en la Cámara alta, pero de eso a que sea candidato a la gubernatura se ve bastante distante.
Barbosa se apoderó de las siglas del partido del Sol Azteca a principios de este siglo, aprovechando la división provocada por la diversidad de “tribus” que conviven al interior de este partido político.
Durante más de 10 años el hoy senador de la República ha hecho y deshecho con este instituto imponiendo a presidentes títeres, a diputados a “control remoto” y sobre todo negociando jugosas prebendas tanto con los gobiernos priistas como con los panistas.
Integrante a nivel nacional del grupo de los “Chuchos”, los verdaderos dueños de las siglas del PRD nacional, “El Ñoño” y sus secuaces, Jesús Ortega y Jesús Zambrano, sueñan con seguir lucrado con las siglas de este partido político, jugando a que representan la izquierda en este país.
La verdad se ve muy lejana la posibilidad de que Barbosa, aliado político del gobernador, pueda hacerse de la candidatura del partido del Sol Azteca para 2018, pero lo que sin duda sí se puede advertir es que nuevamente buscarán lucrar políticamente con el tema, para ver qué más pueden sacar.
Fieles a su estilo, los “Ñoños” se aprestan a sacar raja política de cuantas cosas se le pongan en su camino, es su modus operandi y nadie puede criticarlos, ya que siempre les ha dado resultado; ya ven, Barbosa ha llegado a ser senador de la República.