Como se anunció, es un hecho que Puebla perderá un distrito electoral para la elección de 2015; la entidad pasará de 16 a 15 distritos federales y perderá una curul en San Lázaro.
Aunque se especula que el distrito que desaparecerá es el de Izúcar de Matamoros, por haber perdido una muy buena parte de su población respecto al último censo 2010 realizado por el INEGI, aún no hay nada definido.
Se especula que el distrito de Izúcar de Matamoros desaparecería para integrarse al de Atlixco, así como también que Zacatlán y Zacapoaxtla dejarían de ser cabeceras distritales para pasar a formar parte de la nueva conformación territorial de Huauchinango y Teziutlán, lo cual —reitero— sólo es especulación, ya que no hay nada definido.
Atendiendo exclusivamente a los criterios poblacionales, es muy probable que esto suceda; no obstante, pese a que el vocal del Registro Federal Electoral, Carlos Montero Catalán, asegura que no habrá criterios políticos, éstos también pesan y, vaya, de qué forma.
Puebla es una de las cinco entidades clave en toda elección federal, su bancada es la tercera en importancia para el PRI en la Cámara de Diputados, después de la del Estado de México y Veracruz, lo cual refuerza la hipótesis de que difícilmente el gobierno federal que encabeza Enrique Peña Nieto dejará pasar un tema tan delicado, sin buscar quedar en desventaja rumbo a los comicios que se verificarán en 2015.
Es un hecho que los grandes centros de concentración urbana son el “talón de Aquiles” para el tricolor, lo cual quedó demostrado una vez más en el pasado proceso electoral local. Una redistritación basada única y exclusivamente en criterios poblacionales, como la que realizó de una manera muy sui generis el Instituto Electoral de Puebla para el pasado proceso electoral, pondría contra la pared al tricolor.
Se supone que el presidente de la República buscará con todo ganar la mayoría en la próxima Legislatura federal y —reitero— Puebla es clave para este proyecto, a menos que el titular del Ejecutivo se quiera convertir en rehén del resto de las fuerzas políticas, como ya lo ha sido en este primer año de labores.
Si a esto se le suma la inminente Reforma Electoral que se avecina, en donde Acción Nacional busca impulsar medidas que le favorezcan para recuperar el poder federal, la situación se complica para el priismo, por muchos acuerdos que se tengan con el gobernador Moreno Valle para tener una elección tersa.
 
Avanza la cruzada
A pesar de haber recibido múltiples criticas por el atraso con el cual se comenzaron a operar los programa de la Cruzada Nacional contra el Hambre, es un hecho que ahora sí se comienzan a ver los primeros resultados en Puebla bajo la coordinación del delegado de la Sedesol en el estado, Juan Manuel Vega Rayet.
Serán más de tres mil millones de pesos los que se canalizarán dentro de esta estrategia de política pública, donde el seguimiento de los programas correrá de la mano de la propia sociedad, la cual se encargará de evaluar si los recursos llegan o no de manera correcta a las comunidades que se encuentran dentro del programa.
No fue fácil coordinar tantos programas que trabajaban de manera dispersa y que ahora lo harán bajo una sola coordinación y un sólo objetivo: abatir la pobreza.
La labor también consistió en depurar una multitud de padrones inflados con fines políticos por parte de la anterior administración federal panista, la cual, pese a sus golpes de pecho, operó los programas con fines meramente electorales entregando beneficios a muchas personas que en realidad no necesitaban de la ayuda.
Tomó su tiempo, pero es un hecho que la cruzada avanza y que su verdadero reto será cuando Coneval dé a conocer los resultados sobre marginación y pobreza, ahí es donde se verá si de verdad dio resultados la estrategia o sólo fue un programa más dentro de los múltiples que se pusieron en marcha, pero que sólo quedaron en buenas intenciones.