Resulta que bastaron siete días de intensa lluvia provocados por los huracanes “Manuel” e “Ingrid” para que las calles de Puebla volvieran a ser lo que siempre han sido. Y es que, ante la mala calidad de los materiales que utilizan las empresas que pavimentan y relaminan las vialidades de la capital poblana, éstas son lo más parecido a un campo de guerra.
Circular por las calles de la histórica ciudad es prácticamente sinónimo de una (o varias) mentadas de madre. Incluso, es ofensivo darse cuenta de que las vialidades de concreto hidráulico, recién inauguradas, presentan desperfectos como “hinchazones”, aberturas y hasta desniveles.
¿Los responsables? No son sólo las autoridades en sí. Hay que decirlo. Son las empresas contratadas para hacer los trabajos y quienes utilizan (a veces con engaños, otras con alevosía, y muchas más en complicidad con los gobiernos) materiales de muy baja calidad, lo que genera ganancias millonarias a sus bolsillos y los únicos afectados somos nosotros.
¿Conoce usted alguna vialidad que no tenga un bache, hoyo, alberca o desperfecto? Le apuesto que no. El problema va más allá de las consecuencias del mal ejercicio del recurso público (nuestro dinero), el conflicto es que nadie, absolutamente nadie, hace nada para resolverlo. Es inaudito cómo es que podemos ser la cuarta ciudad más importante del país, tener un Centro Histórico que es parte del patrimonio histórico, presumir de la gastronomía, monumentos y grandes zonas en desarrollo y tener estas vergonzosas calles que diariamente nos hacer recordar a la madre de nuestras autoridades.
¡Por favor!, que alguien nos explique.