Pelameyá, mi nuevo amigo y contacto extraterrestre, me había advertido que después de haberme contactado probablemente podría sentir ligeros arrebatos de ira en contra del atole de fresa, los tlacoyos, al “Sonrisas” Martí Batres, a la CENTE y al insigne pedagogo Bejar-ano. La verdad, esto me extrañó muchísimo porque, ¿cómo iba yo a sentir rabia en contra de tan finas personas? Lo único que uno puede sentir por ellos es admiración por su innegable calidad cívica, honradez, amor desinteresado por sus semejantes y patriotismo.
Imagino el inmenso dolor que deben estar sintiendo los del CENTE al tener que recibir harta lana por no hacer nada (desde hace años). Imagino que lo único que los consuela es saber que en sus lugares de origen, Oaxaca, Michoacán y Guerrero, están hechos pinole. Las carreteras, casas, esuelas y puentes han desaparecido en algunas de esas regiones. Seguramente los de la CENTE ignoran que hacen falta manos para reconstruir las casas, los caminos y las escuelas de sus lugares de origen, porque sino seguramente estarían allá respondiendo, trabajando duro, como siempre, con amor a su prójimo, con respeto y valor civil.
Deben de estar sufriendo como nunca. Lo bueno es que, también han de ignorar que los millones de pesos que se están llevando y los otros millones que han gastado para seguir “acarreando” gente podrían ser vitales para llevar despensas y medicamentos a sus destruidas regiones…
Qué fortuna que los de la CENTE ignoren esta situación. Tan finas personas, tan honestas, no merecen otra cosa más que aplausos, admiración y eterna gratitud por su sacrificio. Nuestra niñez y la patria toda les viviremos eternamente agradecidos.
No podemos hacer a un lado la encomiable labor del pedagogo Bejar-ano, del lic. Ensimas, Noroña, Batres, ni la del mínimo y dulce AMLO. No es nada fácil manipular y engañar a la gente de buen corazón. No, no es nada sencillo aparentar ser lo que no se es. Hay que romperse la cabeza para evitar dialogar con los que no piensan igual que uno… Es signo de madurez mental decir “ya no juego, devuélveme mis canicas” porque no quieres pensar como yo —como le hacen sus compañeritos del Senado—.
Por todo esto, lector querido, comprenderás por qué me extrañaron las profecías de Pelameyá. Lo de sentir coraje contra atole de fresa y los tlacoyos lo entiendo, pero eso de sentir coraje por el honesto proceder de esos elegidos…