Así fue, lectora, lector querido. Para mí, el mentado “Buen Fin” fue tan útil como Ángel Mancera al “defe” o la Estrella de Puebla a Puebla. Claro que yo tengo la culpa de esta amarga situación, por haberme dedicado a ser un modesto catedrático universitario en lugar de haber dedicado todos mis esfuerzos a convertirme en “maestro” de la CNTE. 
La verdad, amigo querido, la enseñanza en México no deja como para “buenos fines”, a menos que te dediques a la enseñanza de las redondeces de tu resistente “cuerpecín”.
Por cierto, esta semana la CNTE cumplió más de 200 días haciendo “pomada” la economía y la salud mental de los “defeños”. ¿De dónde sale la lana para movilizar a tantos sublimes “pedagogos”? Y, lo que es peor, ¿qué porvenir le espera a nuestra niñez y, por lo tanto, al país?
Este es y ha sido el movimiento político más costoso de nuestras “macegualas” vidas. Y digo político porque es obvio que de magisterial no tiene absolutamente nada. Lo preocupante es que haya maestros y personas de buenos sentimientos que se hayan ido con la finta y hayan creído que semejante runfla de cretinos estuviese buscando la correcta aplicación de la evaluación del magisterio.
No se vale que grupos políticos y gobernadores encubran semejantes actuaciones apartidas. La verdad es que todos tienen la cola sucia, desde los partidos políticos hasta gobernadores, legisladores, ministerios públicos, jueces y policías están embarrados de lodo; vaya, no tienen cara para actuar en contra de semejante crimen contra de nuestro vapuleado México.
Piénsalo, lector querido, ¿qué les pude enseñar un cretino apátrida de este tamaño a un pobre chamaco de Oaxaca, de Michoacán? ¿A pisotear los derechos de los demás en busca de au propio beneficio? ¿A robar, a asesinar, a destruir, a envilecer, a manipular a pasar por encima de quien sea y de los derechos de los demás, para su propio beneficio?
Creo que debería alegrarme porque esos chiquillos, por ese grupo de niños que, a pesar de todo, se han salvado del peligro de convivir —por un poco más de 200 días— con una turba de neandertales que son cualquier cosa, menos personas dignas de tener bajo su tutela la educación de nuestros hijos.