Seguramente usted ha visto los espectaculares en donde el gobierno del estado presume su “mano dura” contra los funcionarios corruptos, esto gracias a las denuncias que los poblanos realizaron. Incluso, presumen la detención y sanción de más de medio centenar de burócratas, policías y oficiales de Vialidad.
La campaña es agresiva, sin embargo, la estrategia de comunicación es errónea. En los espectaculares se resalta la figura de un policía esposado y esto denigra la de por sí maltrecha imagen de los uniformados. 
No obstante, el anuncio generaliza que todos los oficiales están sumergidos en la corrupción, pero se les olvida que el problema de fondo se encuentra en los altos mandos de Seguridad Pública y Vialidad estatal.
Una fuente al interior de Vialidad estatal reveló a este columnista los nombres y el modus operandi de cómo se gesta la corrupción y extorsión en dicha dependencia. 
De acuerdo con esta información, el subdirector de Vialidad estatal, Jaime Oropeza, removió recientemente al jefe de peritos Antonio González; el motivo, le aumentó la cuota de 12 mil a 25 mil pesos.
Dicha cantidad es —supuestamente— para la directora de Vialidad, Victoria Villalpando, quien, al no recibir la cuota, avaló la destitución y designó a un nuevo jefe de peritos, quien desde enero está obligado a pagar la peseta.
Un dato más de esta fuente señala al oficial Mario Juárez, quien encabeza los operativos de revisión de vehículos en las entradas de la ciudad; nuestro personaje exige a cada uno de sus subalternos una cuota diaria de 500 pesos.
Pero esto aún no acaba.
En el colmo del cinismo, uno de los oficiales, de nombre Aarón Guzmán, fue sorprendido por Asuntos Internos pidiendo a un conductor 100 pesos de mordida, el agraviado lo denunció, lo que generó el arribó de la Policía Ministerial para ponerlo a disposición del MP, sin que su jefe de Circulación, Mario Juárez, en su carácter de autor intelectual, diera la cara por su gente.
Desafortunadamente, la Contraloría y los órganos anticorrupción sólo tienen ojos para los de abajo, sin que exista la menor intención de perseguir a las verdaderas mentes maquiavélicas que orquestan este tipo de delitos.
Así las cosas, ni la Contraloría ni las fiscalías anticorrupción son capaces de frenar este tipo de cohecho, que se ha vuelto parte de nuestra idiosincrasia.
Si en verdad la Contraloría está dispuesta a entrarle al toro por los cuernos, aquí les dejo la denuncia pública, esperando la destitución de Victoria Villalpando, Jaime Oropeza y Mario Juárez, quienes son los auténticos cabecillas de esta “ola” de corrupción que impera en Puebla.
Veremos y diremos.