1. Las conferencias de prensa, los congresos, las proclamas escritas, las marchas, las tomas simbólicas de edificios para presionar a las autoridades, incluso la protección bajo la autoridad moral de un centro universitario de reconocida militancia en favor de las “Causas Justas y Nobles” son insuficientes para detener a los invasores del capital extranacional, amafiados con no más de 10 propietarios de 40% de la riqueza nacional supuestamente mexicanos.
2. Solamente estas mega depredadoras podrán:
a. Horadar la tierra aniquilando seres vivos.
b. Agredir para siempre a la vegetación.
c. Exterminar insectos, parte esencial de la progresión de las especies vegetales.
d. Y envenenar con elementos cancerígenos las aguas superficiales o subterráneas.
Mientras que, como afirmó Proceso, la revista, hace poco, estas aniquiladoras de la naturaleza respetan en forma estricta la reglamentación ecológica en sus países originarios, pero no en una nación donde los conceptos patria y matria son totalmente inexistentes, como pasa en México.
3. El uso de suelo, otorgado por los ayuntamientos, es la única autorización que les permitiría aniquilar todo lo viviente, toda la demás parafernalia legal o legaloide es vana para autorizar.
Si, los ayuntamientos entrantes, contra la voluntad popular, se las otorgan, adiós para siempre a las sierras: fría, templada y caliente.
Y si con esa riqueza existe la pobreza y archipobreza humana a niveles insensatos (63%), ¿qué será cuándo solo pisen los serranos piedras, barro, gredas o lodos?
4. Otra insensatez propiciatoria de una revolución será que gente del Gobierno Federal, estatal o municipal obligue con la fuerza de las armas o de la violencia política gubernamental, a que los pueblos se defiendan como puedan, y que éstos invariablemente en China, Vietnam, Cuba, Nicaragua, Venezuela y a últimas fechas la hermana República del Ecuador no transforman a sus sociedades, sino que las rediseñan bajo nuevas formas de arquitectura social.
Líbrenos cualquier “Suprema Voluntad” en la que ustedes crean, de que les impongan a los serranos lo que ellos no quieren.