Era lunes 31 de enero de 2011. Eran las 23:30 horas cuando se dio el relevo constitucional en Casa Aguayo. En la sala Juárez, Fernando Manzanilla y Valentín Meneses formalizaron la entrega-recepción. El priismo —en manos del marinismo— dejaba el poder, tras sustentarlo más de 80 años.
Desde las 20 horas de ese trágico lunes para el priismo poblano, Casa Aguayo se volvió una romería. Valentín Meneses se mantuvo hasta el final en resguardo del gobierno del estado, pero a la medianoche entregó las llaves del Poder Ejecutivo.
La antigua vecindad de El Alto era casa llena, los arcos metálicos de seguridad resultaron insuficientes y los policías de guardia optaron por hacerlos de lado, sólo quedó el ojo de la cámara de seguridad para registrar todo y a todos.
El morenovallismo asumía el poder.
A la mañana siguiente, ante un repleto Centro Expositor y de Convenciones recién terminado, Rafael Moreno Valle rindió protesta como gobernador de Puebla. Llegó la hora de la acción. Llegó la hora de la corresponsabilidad. Llegó la hora de vivir el orgullo de ser poblanos, a partir de logros concretos que nos acerquen al futuro que siempre hemos imaginado, dijo el segundo Moreno Valle que era gobernador en Puebla.
Y desde ahí mandó su primer grito de guerra: “Nadie está por encima de la ley. Se pasará de las palabras a los hechos”.
Hoy, la realidad empieza a superar al discurso.
Por la tarde de aquel 1 de febrero de 2011, Rafael Moreno presentó a los 17 secretarios de su gabinete, así como a los titulares de organismos ejecutivos.
En esa ocasión, aseguró que el suyo será un gobierno plural, integrado por los mejores hombres y mujeres, independientemente de lo político, “porque nadie está por filiación partidista, sino por su eficiencia”.
Para cada uno tuvo palabras de reconocimiento.
Para el secretario de Gobernación, Fernando Manzanilla Prieto, destacó que más allá de sus méritos académicos y como administrador público, aceptó la nada fácil responsabilidad de comandar la secretaría enlace con las demás dependencias de gobierno.
Tres años después Manzanilla está fuera de la actividad política.
Ardelio Vargas Fosado aseguró que pondría al servicio del estado su amplia experiencia para mantener la seguridad y la paz social. Hoy es funcionario del Gobierno Federal.
En cuanto a Luis Maldonado Venegas, quien fuera el titular de la Secretaría de Educación Pública, dijo que lo unía a él una gran amistad que se vería encausada en el trabajo a favor de Puebla. Hoy rige los destinos de Puebla en la Secretaría General de Gobierno.
En cuanto a Irma Patricia Leal Islas, dijo que hacía honor su apellido. Hoy es diputada local. De Jorge Aguilar Chedraui, quien había demostrado ser un gran administrador, por lo que garantizó que pondría orden y encauzaría las inversiones. Hoy es diputado y coordinador de la fracción panista en el Congreso local.
“Pablo Rodríguez Regordosa, a pesar de su responsabilidad legislativa, regresó a Puebla para emprender una transformación industrial para la entidad”, señaló Moreno Valle. Hoy es diputado local.
De José Antonio Gali Fayad, dijo, pondría empeño para que las inversiones se apliquen bien y se mantuviera la derrama económica en la entidad. Hoy es alcalde electo de Puebla.
Ésta es la metamorfosis del grupo en el poder.