De los cuatro gobernadores que tiene Acción Nacional, el de Puebla ha decidido no sólo dar su apoyo, sino operar abiertamente en favor de Gustavo Madero Muñoz para alcanzar la dirigencia nacional de ese partido.
En un inicio, la apuesta del Señor de los Cerros por Madero tenía características que la colocaban como de bajo riesgo, por la ventaja que el actual dirigente nacional tenía sobre cualquiera de sus tres posibles contrincantes.
Hay que decir que hasta este momento las condiciones para el candidato que surja del Tucom no son las más halagüeñas debido a los amarres nacionales de Madero, y por el debilitamiento de los grupos identificados con la derecha tradicionalista (Yunque), los cuales bajaron los brazos de forma alarmante tras la derrota presidencial de 2012.
Sin embargo, la corriente antimaderista bautizada como el Tucom parece estar cobrando fuerza, en un renacer ideológico que los ha unido para intentar recuperar las riendas de su partido.
Lo sucedido en Puebla el sábado anterior en el acto de uno de los tres líderes del Tucom, Manuel Oliva, refleja que la ultraderecha está despertando, lo cual debe preocupar a Madero, quien parece haber despertado al viejo panismo.
En este escenario, quien ya quemó sus naves es Rafael Moreno Valle, quien —hay que reconocerlo— se ha caracterizado por tomar decisiones afortunadas cuando se trata de casarse con un nuevo padrino.
Bien le fue cuando se cobijó en Melquiades Morales, al igual que cuando entregó el timón de su nave a Elba Esther Gordillo, y también cuando se convirtió en el más calderonista de los calderonistas.
Ahora su apuesta es con Gustavo Madero, quien parte de su reelección se derivará de la votación extraordinaria en Puebla, donde todo hace pensar que la estructura morenovallista moverá a las urnas blanquiazules a miles de expriistas convertidos en “panistas”, quienes le darán una amplia ventaja por encima del candidato del Tucom.
Los panistas poblanos deben ser realistas y entender que la unión que se mostró el sábado pasado, en donde figuras como Ana Tere Aranda, Paco Fraile, Juan Carlos Mondragón y la valiosa incorporación de Fernando Manzanilla —por todo lo que él representa— hicieron un llamado a las bases azules, no representa electoralmente nada debido a que el padrón del PAN en este estado ya no está compuesto por los militantes tradicionales, sino por un nutrido grupo de expriistas, los cuales fueron registrados en los últimos años y cuya filiación nada tiene que ver con la ideología de ese partido, sino con las filias morenovallistas, amarrado con una base laboral en el gobierno del estado.
Y a nivel nacional, la pasividad del viejo panismo ya fue aprovechada por el pragmatismo de Moreno Valle. En la capital del país los líderes del blanquiazul tienen claro que el hecho de ser el gobernador panista con mayores recursos financieros y con la mayor estructura político-electoral lo ponen en una posición de privilegio con Gustavo Madero, quien reconoce en el gobernador poblano como a su principal mecenas.
En esa lógica, es evidente que la capacidad camaleónica del Señor de los Cerros hizo efecto con otro panista, ya que olvidó su amistad con el senador Ernesto Cordero, a quien apoyó abiertamente en la búsqueda de la candidatura a la Presidencia. Cómo olvidar el memorable evento de agosto de 2011 en el Centro de Convenciones, donde usó toda la estructura gubernamental para apoyarlo.
No así con Manuel Oliva y Josefina Vázquez Mota, quienes tienen serios motivos para no comulgar con el gobernador de Puebla, quien —en reciprocidad— no los tiene en sus afectos.
En conclusión, las fortalezas actuales de Gustavo Madero podrían ir perdiendo adeptos en las próximas semanas, sobre todo con la factible unión de los tres miembros del Tucom, lo cual podría cerrar la contienda conforme se acerque la elección.
El eslogan de Oliva dice mucho del sentir que impera entre los viejos militantes: “Por uno de los nuestros”.
Y es ahí donde las pedradas apuntan a Puebla.