En las filas de la Policía Ministerial del Estado (PME) se respira luto e indignación tras la muerte del agente Roberto Solís García, caído en cumplimiento de su deber cuando en la ciudad de Tepeaca revisaba un vehículo y a su conductor, quien le disparó al tórax con un arma calibre .22.
La indignación es porque, pese a que en territorio poblano existe la amenaza de la presencia del crimen organizado, a los agentes comisionados en todo el estado no les dan chalecos antibalas para que puedan realizar su trabajo disminuyendo el riesgo de una agresión, y no se los dan por alguna extraña razón, todos estos se encuentran en las oficinas de la Procuraduría General de Justicia (PGJ).
Así las cosas, los agentes salen todos los días de sus comandancias a realizar recorridos de vigilancia en todo el estado, pero sin llevar la protección del chaleco, expuestos a cualquier agresión, considerando que la actual delincuencia ya no corre ante la presencia policíaca, sino que la enfrenta.
El hecho de que a los agentes ministeriales no se les proporcione lo necesario para su defensa debe de ser motivo de una investigación y de un castigo para el responsable. Por cierto, el elemento caído no gozaba del lujoso salario de los ministeriales acreditables. Un servidor espera que esto no afecte el monto del seguro de vida que deben recibir sus deudos.
 
¿Motín en el penal de Tehuacan?
En los últimos días corrió el rumor de que al interior del Centro de Reinserción Social (Cereso) de Tehuacán, se había registrado un amotinamiento de internos de alta peligrosidad que llevó un sólo fin, el de derrocar el auto-gobierno de un interno identificado con el nombre de Lucio N., quien estaría contando con todo el apoyo del aún director, Valdemar Téllez Avendaño, que estaría terminando esta semana, considerando que el presidente municipal entrante deberá de nombrar al nuevo.
Lucio, a lo largo de tres años, se dedicó a la venta de protección a internos, a conceder permisos para todo, incluso el ingreso de drogas, con todo el apoyo del personal de custodia, tanto de los que fueron designados por el municipio como los que pertenecen a las filas de la Policía Estatal, con una de muchas condiciones, la de mantener el control entre los internos para que no se registraran motiles.
El amotinamiento o la lucha por el control de “la plaza” se dio antes de que cambie la administración municipal y se dé a conocer quién será el nuevo director.
Quienes encabezaron el movimiento son internos también de alta peligrosidad, que intentan tener sus tres años para abastecerse de poder y dinero, lo que deja el control de todas las áreas del penal, donde los directivos prefieren no meterse y donde pueden negociar, “hacerse de la vista gorda”, a cambio de que los internos no les den dolores de cabeza, además de que también se benefician con su “comisión”.
 
Maestra que practica el bullying 
Están de moda las denuncias por el bullying que se dan en el interior y exterior de los planteles educativos, principalmente en escuelas primarias y secundarias, donde ya se dieron casos de violaciones e inclusive homicidios.
A esta columna llegó la denuncia anónima de que en la escuela Licenciado Alfredo V. Bonfil, ubicada en la calle Pino Suárez sin número de la colonia 10 de Mayo, la maestra Efigenia Reyes Valdivia practica el bullying con sus estudiantes que cursan el segundo año de primaria, a quienes no baja de “mariquitas”.
Estos menores del segundo año, grupo B, del turno matutino, han sido víctimas de agresiones verbales e incluso físicas por parte de la maestra Reyes Valdivia, quien, tras insultarlos y verlos llorar, manda llamar a sus padres, a quienes recomienda que lleven a sus hijos a un psicólogo porque dice que “no tiene la necesidad de estarlos aguantando”.
Es necesario, urge que la Secretaría de Educación Pública (SEP) inicie una investigación de lo que está pasando en esa escuela, antes de que ocurra una desgracia.
 
¿Quién anda ahí?  
En un lapso de 48 horas los teléfonos de este reportero no han parado de sonar, las llamadas vienen de los números 5514541520, 5533004410, quienes llaman no dicen una sola palabra, sólo esperan contestación y luego cuelgan y más tarde vuelven a marcar, como una especie de presión psicológica.
¿Quién será?
Nos vemos cuando nos veamos.