Por fin las viejas figuras del panismo ideológico salen del letargo en el que se encontraban.
Y buscan a carta cabal recuperar un partido que les fue arrebatado debido a que tardaron en reaccionar para ocupar los lugares perdidos.
Hasta el momento las viejas figuras Ana Teresa Aranda y Francisco Fraile parece que han decidido tomar el toro por los cuernos y buscan a toda costa evitar que la maquinaria morenovallista los vuelva a aplastar.
Hay signos de que estos liderazgos buscan retomar el partido por la vía del sufragio. Buscan el mayor número de votos de los militantes panistas para Ernesto Cordero —que ya probó las mieles morenovallitas, pero que no le alcanzó para más—.
Parece que Ana Teresa Aranda y Francisco Fraile ya se envalentonaron y buscar resurgir de sus cenizas.
Tratan de adaptarse a la nueva realidad de panista y buscan reinventar al panismo en Puebla. 
¿Será verdad que por fin despertaron estos viejos liderazgos?, porque tienen en sus manos tal vez la última llamada para recuperar lo que perdieron.
Ésta es su oportunidad, toda vez que los operadores del morenovallismo simplemente no dan una.
El liderazgo de Ángel Alonso Díaz-Caneja aún no logra consolidarse y al ceder su lugar a Moreno Valle se convirtió en el siervo del Señor de los Cerros. No tiene arrastre y sólo acata las órdenes que se le indican.
Otro de los petardos del morenovallismo es Roberto Grajales, que no logró despuntar y ahora que se requiere un verdadero trabajo político para apuntalar la candidatura de Gustavo Madero, simplemente no tiene los tamaños para encabezar un movimiento a favor del dirigente nacional del PAN con licencia.
Es así como los viejos liderazgos de Anatere y Fraile tiene la posibilidad de resurgir y recuperar los espacios perdidos. Parece que aprendieron la lección y están dispuestos a luchar por el partido que les pertenece.
Los primeros pasos ya los dieron, pero ¿tendrá la capacidad para imponerse en al morenovallismo?
La oportunidad salta a la vista, ya que los cachorros del Señor de los Cerros siguen viviendo de la fama, de los triunfos pasados, y poco han hecho por consolidar los liderazgos.
Tanto Díaz-Caneja como Roberto Grajales se han quedado cortos y dan patadas de ahogado para tratar de conservar sus privilegios y posiciones.
Sin duda, la elección del 18 de mayo se juega mucho más que la reelección o no del dirigente nacional.
Se juega el control y el destino del PAN en Puebla.
Veremos y diremos.