Yo me pregunto: ¿quién dice la verdad? ¿Por qué la verdad no peca pero incomoda? Buscar la verdad es uno de los actos más inútiles que uno puede intentar.
La verdad es un invento verdaderamente marciano. Es inconcebible que en pleno siglo XXI continúen desatándose guerras, enemistades y rompimientos por algo tan personal como “la verdad”.
La verdad siempre será una gran mentira porque la verdad es una percepción personal y relativa. Es como si fuese una idea inventada por el “demoño” o algún excelentísimo servidor público o algún politicastro corriente. Jamás conoceremos la verdad del otro, porque para hacerlo necesitaríamos ser “el otro”.
La forma en que cada uno de nosotros, de los 7 mil millones y pico de seres humanos que hoy deambulamos por el planeta, es diferente. Dependerá de nuestra herencia física, de nuestro origen y lugar de nacimiento, de nuestra familia, cultura, creencias, etcétera. Ortega y Gasset describía esta situación de maravilla, él decía: “El hombre es él y su circunstancia”.
La noche, el sol, la lluvia no son lo mismo para un mexican frijolito de pelo chino que para el güero deslavado nacido en Escandinavia, o para el chaparro cuerpo de uva que para y el garrochón jugador de basket. 
La percepción de lo que nos rodea, de lo que vemos y oímos, de lo que sentimos y saboreamos nos hacen percibir el mundo de manera diferente a cada uno Podemos decir que “mañana será otro día” y esto pudiese ser verdad, pero será relativa porque no podemos adivinar el futuro y el presente y la percepción del futuro es diferente para cada cabeza. Por eso “nada es verdad ni nada es mentira, todo es según el cristal con que se mira”.
Ahora: las verdades de los políticos y de algunos servidores públicos transas no se la creen ni ellos… esas sí son viles mentiras, quizá porque todo lo ven a través de tremendos cristales verdes dólar.