Por increíble que parezca, no han sido suficientes todas las evidencias que delatan a Facundo Rosas como uno de los funcionarios más ineficientes de todo el gabinete morenovallista.
Ni el hecho de ser Puebla uno de los estados con mayor incidencia de robos con violencia, ni la creciente ola de ejecuciones a lo largo y ancho del estado, ni las constantes extorsiones de la que son víctimas diariamente cientos de poblanos, ni la alarmante corrupción de los mandos policíacos han bastado para que el Señor de las Balas decida poner en la calle al inefable secretario de Seguridad Pública.
Cada número, cada hecho, cada crimen cometido en Puebla parecían motivo suficiente para que don Facundo hiciera sus maletas, sin embargo, el gobernador Moreno Valle se aferró y lo mantuvo pese a que los datos duros lo hacían indefendible.
La necedad le ha costado muy cara y en el pecado llevó la penitencia.
Los lamentables hechos de Chalchihuapan hoy tienen sumido al gobierno del estado en el descrédito, mientras Facundo Rosas sigue despachando en la oficina principal de la Secretaría de Seguridad Pública del estado.
Resulta incomprensible que después del resolutivo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en donde se determina que el operativo policiaco violó los protocolos de seguridad que deben cumplirse en este tipo de acciones, además de que el proyectil que mató al niño y los que lesionaron a los pobladores fueron disparados por agentes estatales, el señor Facundo siga en el puesto.
Sobre todo cuando él mismo reconoció haber estado presente en Chalchihuapan y también haber confesado que él estuvo al mando del operativo en todo momento.
En el colmo del absurdo, en la Secretaría de Seguridad Pública se han exigido sendas renuncias a diversos mandos policiacos, entre ellas la de la subsecretaria y otros jefes presentes en el violento desalojo, pero Facundo sigue firme.
Si se analiza la resolución de la CNDH, es evidente que hay un señalamiento directo en contra del gobierno del estado de Puebla por la muerte del menor y por las lesiones proferidas a una docena de personas.
Es decir que hay un homicidio que investigar.
Estamos ante un hecho de índole penal, al que no puede sustraerse Facundo Rosas, por haber estado al frente del operativo.
Es tan homicida el policía que disparó el proyectil como el hombre que ordenó el desalojo.
De ahí que sea más que sospechosa la permanencia de don Facundo al frente de la SSP, cuando la responsabilidad es obvia y evidente.
¿Qué es lo que sostiene a Facundo Rosas como titular de la SSP?
¿Por qué el principal responsable del operativo sigue firme?
¿Qué sabe Facundo Rosas?
En la respuesta a esta última interrogante está la razón de su permanencia.
Si don Facundo abre la boca y confirma que la orden del desalojo la dio el gobernador, la vinculación penal recaería de manera directa en Moreno Valle, involucrándolo de manera directa en el homicidio de José Luis Tehuatlie.
Ese maldito mensaje por la Blackberry, en donde se ordenó desde Casa Puebla el trágico operativo, se ha convertido en el seguro de vida de Facundo Rosas y un motivo de insomnio para el Señor de las Balas.
El problema es que el nulo cumplimiento por parte del gobierno estatal sobre las recomendaciones de la CNDH está a punto de llevar el caso tanto al Senado como a la Suprema Corte de Justicia, en donde será puesto en el banquillo de los acusados al mismísimo gobernador poblano.
No hay que olvidar que los mensajes borrados de un teléfono móvil no se borran de una nube a la que tienen acceso las autoridades federales.
Sin duda que los peores días para el morenovallismo están por venir.
Ya lo verán.