1. Los organismos mundiales clasifican a los países en adelantados o atrasados en razón directa de su nivel de vida material e intelectual. 
2. Todos y cada uno parten de la base del ingreso diario por persona, que ellos denominan “per cápita”. De acuerdo con lo que ganen en dólares ocuparán su lugar en la clasificación mundial. Esta apreciación tiene de origen un defecto serio, aprecian solamente el modo capitalista de producción, donde los nacionales de todos los países primordialmente poseen su fuerza de trabajo para venderla como mercancía, y de esa venta proporcionarse alimentos, cobijo de la intemperie, salud, educación y recreación. 
3. La clasificación no contempla que en los países socialistas el Estado Socialista resuelve de origen la entrega o prestación de lo necesario para una vida digna. Un caso concreto sería Cuba, donde, insisto, si tiene usted dudas sobre su nivel educativo y de salud, acuda a las fuentes de información internacionales para ratificar o rectificar mi dicho. 
Otro ejemplo es China, país de más de mil 300 millones de habitantes, que con sólo una pequeña parte de ese capital demográfico, está desplazando en primer lugar a los EEUU y Japón, y en segundo lugar a los países centro-europeos de los grandes mercados internacionales. En este momento ocupa el segundo lugar en la economía mundial. 
El pueblo chino se encuentra protegido por su sistema de producción socialista: de vaivenes político-partidarios, de quiebras o fraudes empresariales; practican la planeación centralizada, no existen sindicatos y sus recursos humanos están altamente calificados en el concepto científico y tecnológico.  
3.1. La corrupción es contenida bajo los más estrictos controles institucionales y sociales. Cualquier vecino informa inmediatamente a un segundo nivel, y este al otro superior, hasta encontrar a un ejecutivo que determinará en forma instantánea el acto de castigo contra el corrupto, sin medir el alcance del acto criminal contra la sociedad, que así es como ellos denominan a cualquier acto administrativo que agrede la economía ciudadana.  
4. Existen otras mediciones internacionales, donde además de calificar el armonioso crecimiento material e intelectual, que eso es el desarrollo. Se usa la mensura cultural. ¿Cuántas universidades existen y de qué calidad son? ¿Sinfónicas, su número? ¿Bibliotecas, su oferta y contenido? ¿Teatros, escuelas de artes, desarrollo cinematográfico, número de libros publicados y leídos por año?
Ahí los procesos educativos se encuentran vinculados a la ciencia y a la tecnología. La educación al capital. Éste a la compra de la fuerza de trabajo calificada o general. Ésta a la producción responsable con calidad. 
5. Los países africanos, asiáticos y latinoamericanos se encuentran en la clasificación de países atrasados, donde para disimular nuestra situación mundial, enmascaramos el lenguaje, auto nombrándonos “país en desarrollo”, aunque el lenguaje brusco del izquierdismo mundial nos coloca en una relación ahora no tan usada: de país de tercer mundo. 
La complejidad de nuestro atraso nos impide ver con precisión las venas maestras donde corre nuestra fortaleza. La frase histórica de Lenin convertida en un pequeño manual deberíamos emplearla todos los mexicanos, y con mayor energía los poblanos: “¿Qué hacer?”.
 
Nuestra casa
El discurso presidencial del día 13 de este mes exaltó la participación ciudadana. La poblanidad tiene años mostrándose cual es, pero los gobiernos la limitan.