Sin el líder moral del PRD, el partido del Sol Azteca se convirtió en una especie de franquicia político-electoral, subordinada a intereses ajenos a los de su amplia base, tal como lo vaticinó el propio Cuauhtémoc Cárdenas el pasado 16 de noviembre, cuando demandó la renuncia de toda la dirigencia nacional de ese partido.
La renuncia de Cárdenas hunde al PRD en la mayor pérdida de credibilidad en sus 25 años de existencia, recuperarla no será fácil, y más cuando el pragmatismo político y el mercantilismo electoral se han apoderado de sus dirigentes.
Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Efigenia Martínez, entre otros, formaron la corriente democrática al interior del PRI, en 1988. Después, anunciaron su renuncia al Revolucionario Institucional; ésta fue la primera y única escisión más importante que ha tenido el tricolor en aquellos años como partido de Estado.
Después, y ante la salida Cárdenas del PRI, el PMS (Partido Mexicano Socialista), que dirigía Gilberto Rincón Gallardo, hace declinar a Heberto Castillo Martínez como candidato a la presidencia de la entonces izquierda mexicana, para darle paso a Cuauhtémoc Cárdenas como el candidato del FDN (Frente Democrático Nacional), en 1988.
En esas elecciones, Cárdenas se enfrenta a Carlos Salinas de Gortari, y en unas elecciones muy competidas y cuestionadas, se hace el llamado "fraude patriótico". 
Por primera vez en la historia, la izquierda legal estuvo a un paso de lograr por primera vez la Presidencia de la República.
En ahora senador del PT Manuel Bartlett califica esa elección presidencial y la opera a favor del candidato del PRI.
Después de julio de 1988, se dan grandes movilizaciones sociales en contra del llamado fraude electoral en contra de Cárdenas, también se suma Manuel Clouthier y Rosario Ibarra de Piedra, para exigir que se limpien las elecciones y no se imponga Salinas de Gortari.
Las grandes manifestaciones se dan por varias partes del país y crece el descontento social y político en contra del PRI. Cárdenas repliega al movimiento social y evita una confrontación con el Estado, que por esos años se dijo que los grupos duros del gobierno estaban por la vía de reprimir las marchas para que no crecieran más.
Ante eso, Cárdenas empieza con la izquierda y el propio PMS a conformar un partido para los ciudadanos y que responda a construir otro proyecto nacional.
Se diluye el PMS y entrega su registro para la formación, un 5 de mayo de 1989, del PRD. Así nace y se construye el PRD como un partido de y para los ciudadanos, como respuesta de organización ante el PRI y para que no se debilite el movimiento social que emergió después de las elecciones de 1988. Por eso Cárdenas es llamado el líder moral del PRD.
Como fundador, este partido crece electoralmente en los años noventa y parte del 2000.
Las tribus que vienen del PMS no se diluyen, y con ellas también llegan los llamados “chuchos”, que provenían del PST (Partido Socialista de los Trabajadores), de Rafael Aguilar Talamantes.
Jesús Ortega fue el coordinador de campaña del ingeniero Cárdenas en el 2000.
Después de la dirigencia nacional de López Obrador en el PRD, los “chuchos” se empiezan apoderar del aparato partidario, hasta tenerlo bajo su control total.
Luis Miguel Barbosa Huerta también llegó a la dirigencia local del PRD con el apoyo de los “chuchos”.
Cárdenas fue uno de los primeros que se opuso a las alianzas electorales con el PAN en el estado de México y Puebla, siempre dijo que nada tiene que hacer con la derecha porque son dos proyectos diferentes.
Cárdenas fue parte de la historia del PRD, sin él no se podría comprender su papel como uno de los principales partidos de izquierda en el país.
Con la renuncia de Cárdenas, el PRD se diluye totalmente y pierde su identidad histórica como opción de izquierda.
Los “chuchos”, los Bautista, los Amalios, los Bejaranos, los Sotelos y los Marcelos por supuesto que no se saldrán del PRD que fundó Cárdenas Solorzano, porque les representa mucho para sus ambiciones personales y de grupo. 
Candidaturas, puestos, recursos económicos y gobiernos locales es lo que ahora les interesa, han perdido todo comportamiento ético y en Puebla la muestra es más nítida de su degradación: entregaron el partido al morenovallismo, como el primer paso para apoderarse de la franquicia político-electoral.