Tenía unos lentes de aquellos que llamábamos de “fondo de botella”, anteojos de los que cuando ve uno a través de ellos se ven concéntricos círculos de cristal por la enorme graduación. 
Yo creo que casi no veía y lo poco que veía no le parecía. Me refiero a mi vecino de tendido, una fila por debajo de la mía, el domingo pasado. Desde que sacaron el cartelillo anunciando al primero de Bernaldo de Quirós, con divisa verde, obispo y grana, ya estaba de píe y muy aspavientoso abucheando y rechazando a un toro que aún no salía. 
Y cumpliendo con el protocolo obligado, después de los 6 de lidia ordinaria, salió el primero de obsequio de Vistahermosa, sin divisa que debió haber sido: guinda, oro y blanco. Toro que, para mi gusto, el obsequiante Perera lidió de buena manera, luciendo mucho de capa, por saltilleras, chicuelinas templadas y hasta una caleserina. Lo mató de forma muy certera para cortar dos orejas, que algunos protestaron; repito, para mi gusto, le toreó bien y la estocada sola bien valía una oreja.  
Cuando anunciaron la salida del segundo de regalo, octavo de la tarde; obsequio de Octavio García, con letrero de Barralva, y divisa azul celeste, amarillo canario y rosa, el vecino en comento empezó a pegar de brincos, pero, ahora de gran gusto: “¡Esto sí funciona!”. “¡Eso de Barralva sí camina!”. Y lanzaba porras y vítores a esa ganadería. Salió el toro al que “El Payo” recibió con espectacular lance a porta-gayola en el centro del ruedo, seguido de ajustadas verónicas cerca de tablas; y, entonces, el miope recogió todas sus pertenencias, gruesa chamarra, cojín de asiento, bota de vino (con mezcal); jaló a su novia de la mano y salieron de la plaza. ¿Quién los entiende? Se pasan la tarde protestando todo, gritando improperios a Herrerías y al ganadero, a Perera, ofensivas reclamaciones en relación de lo que se sabe lidian en Madrid y hasta en Bilbao, y jamás recurren a la calculadora para sacar cuentas de lo que cuesta allá un toro de lidia; lo que cobra y gana un torero de ese grupo, su cuadrilla, lo gastos autorizados; transporte, hospedaje y alimentos, que son alrededor de 2 mil 600 euros de cada subalterno, lo que puede equivaler a lo que cobra aquí un espada en algunas plazas.
La tarde abrió con la salida ya comentada del primero de Bernaldo de Quirós, Pata Negra, de nombre que sirvió para que en singular ceremonia, algo, nunca antes visto, el padrino de alternativa Miguel Ángel Perera, vestido de tabaco y oro con cabos blancos, invitó como testigo de honor al maestro Fermín Espinosa “Armillita”, pero en la invitación no quedó todo; entregó los trastos de matar que de forma simbólica representan el momento esperado de doctorarse como matador de toros, entregó, decíamos; muleta, y espada al padre del toricantano: Fermín Espinosa Díaz de León, quien enfundado en traje blanco con bordados en oro los recibió, visiblemente emocionado, confirmado la alternativa ya recibida, días antes y pasando a ser el sexto de los Armillas, matador de toros, pero de cuarta generación. Para concluir cortando una oreja a este su toro de confirmación. 
La suerte, más la falta de codicia, sosería y poca raza de los otros cinco de Bernaldo de Quirós obligaron a los alternantes; padrino y testigo, que fue Octavio García “El Payo” de violeta con bordados en negro azabache a recurrir a los dos de obsequio ya comentados.  
Una confirmación de alternativa llena de comentarios en pro y en contra para un torero de sólo 20 años de edad, que si bien no apareció en muchas y alternantes tardes con novilleros de su generación, sí ha corrido la legua y ha sido fogueado en España, donde sorprendió en tentaderos y festivales. De él a dicho su tío, el matador Miguel Espinosa “Armillita Chico”: “Aun no le han visto”. “Les va a sorprender”, “Va a ser gran figura del toreo”. Apreciación que nos parece prematura. Por ahora, nos quedamos con la buena impresión y el buen sabor de boca que dejó su actuación en la gran plaza.    
 
 
Singular ceremonia de confirmación de alternativa; el padrino Miguel Ángel Perera invita de testigo de honor al maestro Fermín Espinosa, para entregar los tratos de matar al nuevo Armillita IV.
 
Una oreja del toro de confirmación “Pata Negra” paseó, en el ruedo de la México, Fermín Espinosa Armillita IV.
 
Desde aquí hasta allá, mando en el muletazo de Miguel Ángel Perera a toro de regalo, al que cortó las dos orejas. 
 
Nadie duda en la Gran Plaza ni en todo México que el actual líder del escalafón de matadores atraviesa por gran momento en su carrera. De gran poder y fuerza expresiva su toro de muleta.