Bastaron cuatro años de sometimiento absoluto del morenovallismo para el PAN-Puebla entrará en un proceso de franca descomposición, de pulverización y lucha intestina sin cuartel.
Los resultados electorales del pasado domingo son el efecto de un partido que vive una de las peores crisis de historia en Puebla.
El morenovallismo se apoderó poco a poco del membrete del PAN-Puebla pero no pudo exterminar las voces disidentes y hoy los resultados saltan a la vista: se coloca como la segundo fuerza política del estado, por abajo del PRI, pierde nueve distritos de los 16 en disputa —si bien en estos tiempos es impensable un carro completo, las perspectivas del PAN-morenovalista eran ganar entre 12 o 14 curules—.
En 2006, Rafael Moreno Valle renuncia al PRI para incorporarse a las fialas del PAN. Su llegada revitalizó al panismo poblano y logró convertirse en senador de la República. Eran tiempos donde todos los grupos del blanquiazul trabajaban sobre un mismo propósito y objetivo, los resultados fueron más que satisfactorios.
Cuatro años después, comenzaron los roces con la designación de Moreno Valle como candidato a gobernador. Pronto esas pequeñas fisuras se superaron con el triunfo aliancista, que no panista en las urnas.
Ya en el poder, el morenovallismo empezó la estrategia para apoderarse completamente del PAN. Exclusión, autoritarismo y artimañas —como las afiliaciones masivas—, fueron la constante en los últimos cuatro años.
La confrontación con la dirigencia estatal y con los grupos panistas de abolengo fue en aumento. Los resultados están a la vista el voto duro del blanquizul se olvidó de su partido.
Justificación van, justificaciones vienen, lo cierto es que perder nueve distrito es una dolorosa derrota del PAN por donde se le vea.
Y lo peor, los grupos siguen confrontados, nadie cede. El PAN-morenovallista busca culpables y justificaciones al desplome en la votación.
Los panistas de abolengo exigen cuentas y reprochan la imposición de candidatos sin mayor identidad con la militancia, con el voto duro del blanquiazul.
Es así como la corrupción, la opacidad, el acarreo, la afiliación masiva, la compra y coacción del voto interno y externo, el uso de los recursos públicos para fines partidistas, el clientelismo, los puestos públicos como botín, la subordinación del bien común al beneficio personal o de grupo, la mentira y el cinismo como estrategia hundieron al PAN en la peor crisis partidista.
Los resultados electorales del domingo pasado son consecuencia de la evidente desintegración del panismo poblano y de las irreconciliables diferencias entre los morenovallistas y los acorralados yunques.