Como si tuviera un pacto con el diablo, pese a todos sus excesos, caprichos y ocurrencias, al Señor de los Cerros parecían acomodársele todos sus proyectos a la perfección.
Al hacer un recuento de su vertiginosa carrera política, nos damos cuenta que sus traiciones y bandazos, podrían haber sido dictados por un diabólico consejero, que sabía anticipadamente el momento exacto para dar el golpe de timón.
Su llegada a San Lázaro bajo la recomendación de su primer padrino político Melquiades Morales con Elba Esther Gordillo le permitió pintar su raya del grupo político de Roberto Madrazo, saliendo ileso de la debacle del tabasqueño y uniéndose a la maestra en el momento de mayor poder de la mujer que hoy vive tras las rejas.
Fue la propia Gordillo quien impulsó la traición de Moreno Valle al PRI y ella misma quien negoció la primera posición en la fórmula panista al Senado, incluso para contender en contra de su también padrino Melquiades Morales.
De la mano de la maestra y en muy buena medida con sus recursos económicos y de estructura electoral, —los dos expriistas Elba y Rafael—, le arrebataron al tricolor el estado de Puebla, considerado un bastión sagrado de ese partido.
Ya como gobernador fue arropado ahora por el presidente Felipe Calderón, quien creyó ciegamente en la "lealtad" del neopanista, quien recibió mayores apoyos que ningún otro gobernador.
En ese entonces, Moreno Valle apoyó abiertamente a Ernesto Cordero, a quien no dudó en traicionar, al ver que mermaban sus facultades para hacerse de la candidatura.
Ya como candidata presidencial, y sabedor de que un triunfo de Josefina Vázquez Mota truncaría sus sueños presidenciales, lo llevaron a una nueva traición, dejándole en el 2012 el mayor número de votos a López Obrador en Puebla y 12 diputaciones federales al PRI, mandando a su partido a la tercera fuerza política en su propio estado.
Una vez noqueados los grupos de la derecha nacional, Moreno Valle planeó una agresiva estrategia de afiliación en el PAN, la cual no tenía otro objetivo que apoderarse de ese partido a través del voto corporativo, que con dinero y estructura, él mismo planeó y operó en diversos estados y que en Puebla hizo crecer de 8 mil a 30 mil miembros activos.
Con esa misma lógica y con algunos presidentes de los comités estatales del PAN que a manera de cómplices permitieron las amañadas afiliaciones masivas, hoy Moreno Valle calcula que con eso le puede alcanzar para ganar la candidatura presidencial, no sin antes concretar una última traición, ahora a Gustavo Madero.
Y por si algo le faltaba, en este escenario, falta el ingrediente mágico de la sociedad con el PRD, ya que según sus cálculos, la operación del senador Luis Miguel Barbosa y de Luis Maldonado, le permitirán que los del dueños del Sol Azteca —léase Los Chuchos— traicionen como ya es costumbre sus principios izquierdistas y que terminen aceptando una coalición PAN-PRD.
Hasta ahí su pacto con el diablo parecía irremediablemente posible.
Y es aquí en donde surge la pregunta:
¿En dónde se perdió Rafael?
Y la respuesta es realmente simple: Rafael se perdió cuando desestimó la inteligencia y la valentía de los poblanos.
Desde su trono, en el moderno palacete de su flamante oficina en el CIS; pensó que éramos tan inocentes, incautos y miedosos, que permitiríamos todos sus excesos, mismos que dieron origen a un exorbitante saqueo de las arcas públicas, con el cual imaginó que podría comprar a todo aquel que se interpusiera en su camino para poder llegar a Los Pinos.
¡Tremendo error!
Los poblanos ya mostraron que el miedo terminó, no solo con su voto de castigo en la pasada elección, sino con la marcada línea descendente en la aprobación del gobernador en diferentes encuestas, la mayoría de ellas del conocimiento del mandamás poblano.
Dice en su última entrega el prestigiado columnista Pancho Garfias, que Moreno Valle no es visto como presidenciable entre un importante círculo de panistas, porque ni en su estado pudo ganar la elección del 7 de junio.
Textualmente Garfias dice:
"¿Moreno Valle presidenciable del PAN?
Ante la pregunta, militantes del blanquiazul piden “leer más fino” lo que ocurrió el pasado 7 de junio con relación en la supuesta fortaleza del gobernador de Puebla rumbo a la elección presidencial.
El resultado electoral en ese estado fue muy malo para el PAN. Los azules perdieron la mayoría de las posiciones que estaban en juego. Fueron derrotados en nueve de los 16 distritos de la entidad.
El resultado no favorece la ambiciosa agenda de este hombre —ahijado político de Elba Esther Gordillo— que aspira a sentarse en La Silla a partir del primero de diciembre del 2018."
La elocuente cita del columnista de Excélsior, representa una verdad de a kilo, para quienes dan lectura al impacto de la derrota del suspirante Poblano.
Y aunque de manera desesperada, en el ámbito local, el morenovallismo busca justificar el fracaso electoral a través de sus plumas incondicionales, la realidad es que ningún gobernador puede aspirar a ganar la Presidencia, si no es capaz de ganar su propio estado.
La impotencia del que fuera considerado un invencible operador electoral, es entendible y natural.
Al Sansón electoral lo desgreñaron el 7 de junio y su melena cuelga ya en la sala de trofeos del exgobernador duranguense Ismael Hernández Deras.
Y lo más grave para Moreno Valle, es que a partir del 7 de junio, su política del miedo ya no espanta absolutamente a nadie.
Ya ni las gelatinas tiemblan ante la presencia del que fuera el “abominable Señor de los Cerros”.