Ya puede soltar la carcajada el cachorro de los Morales, Fernando, el subsecretario que fue dirigente del PRI y ahora cobra en la nómina del gobernador panista Rafael Moreno Valle, tras el ridículo en el que quedó Juan Carlos Natale, el diputado verde que quiso pedir su remoción del cargo desde el Congreso del Estado.
Incapaz de operar eficazmente el punto de acuerdo para demandar la salida del gris funcionario público por haberlo amenazado con partirle la madre si como dirigente del partido-franquicia de la familia González Torres presionaba a ediles verdes con apoyar a la candidata a diputada federal Arely Ávila, en Ciudad Serdán.
La grotesca conversación telefónica de los dos grotescos personajes (Natale-Morales) fue difundida en medio del fragor de la contienda electoral del domingo siete y de inmediato reproducida por la mayoría de los medios de comunicación de todo el país.
De tal manera que hoy Fernando Morales y Juan Carlos Natale tienen notoriedad nacional ni por sus méritos políticos o legislativos, sino por la vergüenza de tranzar la voluntad de munícipes y ciudadanos con sentido patrimonialista.
Ya con el balón en la cancha del legislador del partido aliado del PRI, temeroso de las consecuencias de haber filtrado la grabación que evidenció la intromisión ostensible del gobierno poblano en el proceso electoral, terminó por acobardarse todo.
Urdió una coartada insostenible, risible: el material habría sido entregado en sus manos por la Secretaría de Gobernación Federal como si el aparato presidencial estuviera pendiente de las llamadas telefónicas de dos personajes con perfiles insuficientes hasta para ocupar un cargo de analista B en el aparato estatal.
En medio de la inopia intelectual, Natale no fue capaz de advertir que con ello, descalificaba la única y contumaz prueba de la injerencia abusiva de un sistema de gobierno panista perdió sobradamente en las calles lo que había ganado en las urnas en 2010: la legitimidad y su bono democrático.
La bancada del PRI en el Congreso de Puebla que hizo el vacío a la petición del verde diputado también queda a deber. La falta de apoyo a un aliado por pírrico que fuera los vuelve a exhibir como la bancada más dócil frente al poder que los ha hecho abdicar de su representación social, una y otra vez en detrimento de su credibilidad.
La diputada priista Silvia Tanús Osorio que con solvencia había cubierto el papel de coordinadora del rebaño priista vuelve a despertar sospechas por su cercanía con el patrón del lépero subsecretario de Gobierno, Fernando Morales Martínez, Rafael Moreno Valle Rosas.
La de Morales Martínez es pues, como “la última, última carcajada de la cumbancha” que se llevó sus tristezas y sus pesares, su chequecito de funcionario medio está asegurado.
La última carcajada de Fernando Morales

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