Acorralo a la luna y la mantengo firme, como clavada, como espina de mala entraña. Luna, vieja fisgona que agoniza cada noche envuelta en envidia que, dolorosamente, soporta su eterno insomnio. Destino cruel, los amores imposibles.
Pecado grande el suyo enamorarse del sol, un amor como el de muchos amores que quitan el sueño. ¿Quién dicta el amor, quién ordena enamorase de quién, por qué, para qué? ¿Quién dicta el cuándo y a quién amar?
Tenemos tanto de luna como de sol. No cabe duda que somos polvo de estrellas. Me pregunto si el sol sabrá del enloquecido amor que la luna le prodiga, o si alguna vez la luna le ha declarado su amor. unque un amor así no puede terminar bien, el ardor es tan grande que ambos morirían en un instante, cosa que también nos sucede a los seres humanos.
Extraña cosa es el amar y el amor. Sucede, como la noche y el día suceden. El amor es como caminar en la playa buscando conchitas. Llevas los ojos mirando al piso, a la arena. Sabes que en cualquier momento aparecerá el objeto de tus deseos y te olvidas de la marea que sube y baja sin cesar. Puede ser que cuando la encuentres venga una ola y te arrastre con ella, o puede ser que la ola te arranque el objeto de tus deseos.
No, no sé quién inventó el amor ni por qué ni para qué. Sólo sé que la falta de él es lo que nos tiene jodidos, porque amar lleva consigo el respeto y la honradez, entre otras muchas cosa valiosas.