Si en el mundo del narco el éxito se mide en gramos en la región de Tepeaca, sumergida en el mercado negro de los combustibles extraídos de los ductos de Pemex, se mide en litros. Y es igualmente ilegal y sanguinaria.
Apenas el miércoles 1 de julio tres jóvenes que no pasaban de los 23 años de edad fueron ejecutados con armas A-R15 Y A-K47 en el municipio de Palmar de Bravo, ubicado a unos 30 minutos del sitio en el que fueron detenidos los mandos de la Secretaría de Seguridad Pública en Puebla coludidos con el crimen organizado.
Más de 200 disparos terminaron con la vida de Jesús Santos Muñoz, David Zamora Rosales y Mario Solís Castillo. Al comando armado con armas largas le tomó segundos ejecutar a los muchachos que viajaban a bordo de una camioneta Ford Lobo de color guinda, aseguran testigos del lugar con el miedo en el rostro.
Sin más datos ni líneas de investigación el Ministerio Público abrió la averiguación previa 679/2015. La voz popular en el lugar acusa de la triple ejecución a bandas que se dedican al control de tomas clandestinas de hidrocarburos que atraviesan todo el territorio.
Nada de eso pudo ser desconocido ante el ex director de la Policía Estatal Preventiva y su jefe del grupo de Operaciones Especiales (GOES), Marco Antonio Estrada y Tomás Méndez Lozano; mucho menos al subsecretario de Operaciones Especiales, Marco Antonio López Escamilla.
Entre Tepeaca, el sitio del aseguramiento de los mandos y el lugar del triple homicidio se encuentran otros municipios como Acatzingo, San Salvador Huixcolotla, Quecholac y Tecamachalco. En todos existen establecimientos que venden gasolina o diésel robado.
Le llaman huachicol, una palabra compuesta utilizada para definir al producto que resulta de la práctica de adulterar todo tipo de brandy, whiskys o rones con alcohol de caña. Más tarde fue adoptada por conductores de trailers, pipas y tractores para referirse a los combustibles robados de los ductos de Pemex. 
Cientos de miles de litros huachicol son comercializados a un precio por debajo del costo en el mercado regular: 10 pesos por litro, lo que significa un alivio para los bolsillos del sector agropecuario que abunda en la región. También lo es para quien lo vende, principalmente mujeres con esposos de braceros en los Estados Unidos que ya no regresan.    
En el mercado negro el huachicol es controlado por un sujeto que parece desvanecerse en la memoria de los informantes, sumidos en el temor constante. Solo atinan a decir que se trata de un tal “Toñín”. 
Es temido en la región por ser dueño de una estructura criminal que paradójicamente pasó inadvertido al escrutinio de un sabueso policía como Facundo Rosas Rosas, el secretario de Seguridad Públicas que habría sido señalado por recibir moches del dinero que produce el tráfico ilegal de combustibles.   
El esquema de operación de quien controla la ordeña de los ductos de Petróleos Mexicanos funciona según el demandante. Al cliente lo que pida. 
El interesado dispuesto a acudir directamente a la toma clandestina en alguno de los puntos del tramo Tepeaca-Palmar de Bravo, el costo por litro es de 5 pesos; por el contrario si el deseo es que el producto sea llevado directamente al punto de venta, el costo es de 7.50. Una ganga que sangra las finanzas de la paraestatal más poderosa en América Latina.
Y nadie había visto esa actividad criminal que mueve cientos de millones de pesos en el territorio del gobernador que quiere ser Presidente. Qué raro.