Para  Pedro Ángel

 Palou “El Viejo”.

 

El 5 de Mayo de 1862 se inició tiempo atrás en las batallas de las Cumbres de Acultzingo, donde el ejército invasor francés, había derrotado al ejército mexicano. A los franceses los comandaba el general Laurencez.  A las tropas mexicanas Zaragoza.

El nacido en Texas que aun era territorio mexicano, Zaragoza, condujo una retirada no una huida, buscando un sitio a propósito para “batir con éxito” al ejército invasor.

El 3 de mayo del 62 llegó con las tropas debidamente integradas con mandos expertos al frente de Puebla; dejando atrás de ellos a una brigada de caballería atendiendo como se debía a los franceses.

 “Zaragoza hace un reconocimiento a los cerros de Loreto y Guadalupe”, mientras los batallones marchando bajo tambores desfilan en una ciudad de calles abandonadas.

De pronto el joven general dijo con firme voz y ronco acento: aquí.  “El relámpago del genio había surcado por su cerebro.  “El aliento de Dios había pasado por su inteligencia”.  “En el espejismo misterioso de su alma, vio al ángel de la victoria; aquella visión era el apocalipsis del heroísmo en la irradiación de su espíritu batallador”.

De un lado la fama de los cuerpos franceses era de un prestigio sobre humano.

Del nuestro. Éramos inferiores en número, carecíamos de instrucción, escolaridad, adiestramiento, disciplina.  Solamente ¿Dios? O el amor a la Patria, que es la suma de Matrias territoriales, nos daba con exceso: valor con abnegación en el terreno de los hechos.

Dos mil hombres del ejército mexicano sito en Puebla, salen para Orizaba y Córdova para enfrentar a los mexicanos conservadores aliados de los invasores.  Quedan en total cuatro mil setecientos hombres para enfrentarse a los que vendrá en más horas.

Se fortifican los cerros de Loreto y Guadalupe.  Negrete está a cargo con mil doscientos soldados. Tiene dos baterías de batalla  y de montaña.

Berriozábal, Díaz y Lamadrid con tres columnas de a mil cada una.  Están en la plaza de San José.

500 caballos para 500 jinetes, con una batería de batalla sirven como arma excepcional, por su capacidad para desplazarse.

Dicen en reunión conservadores con invasores que la derrota del gobierno Juarista será cosa  de horas. Saligny vaticina: “mañana tomaremos la sopa en la ciudad de los ángeles; en otra cosa podía haber duda”.

5 de Mayo de 1862.  “El cielo está sonrosado.  Las brisas son purísimas en la madrugada.  La Malintzin preside como Diosa. Sus hermanos también: Popocatépetl y el Iztaccíhuatl.  El Atoyac corre tranquilo rompiendo en las márgenes de flores sus cristales transparentes”.

 “Hoy aquí está el genio de la guerra”.

La heroicidad de los guerreros de ambos bandos, se equipara a lo contado por los aedas helénicos, cuyo contenido está en las rapsodas atribuidos a Homero.

Marte concedió el triunfo a quien lo merecía, precisamente en el aniversario de la muerte de Napoleón I, El Grande.

Venir tan lejos para ser enterrado…..

"Mayo 5 de 1862. — Puebla, a las cinco y cuarenta y nueve minutos de la tarde. — Ciudadano ministro de la Guerra. — Las armas del Supremo Gobierno se han cu­bierto de gloria: el enemigo ha he­cho esfuerzos supremos para apoderarse del cerro de Guadalupe, que atacó por el Oriente, a izquierda y derecha durante tres horas; fue re­chazado tres veces en completa dis­persión, y en este momento está for­mando su batalla fuerte de cuatro mil y pico de hombres, frente al cerro, fuera de tiro. Calculo la pér­dida del enemigo, que llegó hasta los fosos de Guadalupe en su ata­que, en seiscientos a setecientos hombres; cuatrocientos habremos tenido nosotros. — Sírvase usted dar cuenta de todo al ciudadano Presidente. — Zaragoza."