Sucede que una mujer policía, comisionada en la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, quien presenta un embarazo de alto riesgo, solicitó por su propia seguridad y la de su bebé que la transfieran a las oficinas de la Policía Estatal Preventiva (PEP), para que pudiera seguir con los cuidados de su embarazo y seguir trabajando hasta que su incapacidad le llegara.

La mujer policía fue transferida, pero esto le molestó bastante al director de la uniformada, Guillermo Palma Salazar, a grado tal que le dijo que la iba a mandar al área operativa sin importarle su situación médica.

Quien envió esta información comenta que la molestia del director es que quien estuvo en desacuerdo fue Blanca N., secretaria de este director, con quien al parecer tiene más que una amistad y por lo mismo se tiene que someter a sus caprichos.

Hay un dicho que reza: “El León no debe comer carne de su cueva”.

Así las cosas, la mujer policía comenzó a ser víctima de hostigamiento, a grado tal que en la Secretaría General de Gobierno denunció lo que estaba ocurriendo y pidió ayuda, considerando que se trataba de un verdadero abuso.

El 23 de junio la mujer policía fue citada a una audiencia de conciliación, a las 12 horas, porque el servidor público que acusó quería que todo quedara olvidado, pero la mujer policía se negó, considerando que debería de haber castigo para este tipo de abusos.

Como consecuencia, la víctima recibió una nueva amenaza.

Cuando regrese de su incapacidad, será transferida a la Base de Operaciones del MEG, que se ubica en el municipio de Z. Mena, uno de los bastiones del crimen organizado en Puebla, además de que esta mujer, además de su incapacidad, tiene que cuidar de su bebé.

Pero esto al director de la policía y a su secretaria Blanca les tiene sin cuidado.

Y qué le puedo decir de los Derechos Humanos.

Y qué le puedo decir del secretario de Seguridad Pública del Estado.

Si son compadres.

Primer revés a los chalequitos policiacos

No está usted para saberlo, ni un servidor para comentárselo, pero el teatrito ese del policía que “estuvo a punto de morir” tras recibir un balazo de parte de un presunto narcomenudista y que se salvó gracias a su mullido chaleco antibalas, ya se cayó.

Primero le comento que la delegación Puebla de la Procuraduría General de la República (PGR), dejó en libertad a Moisés G., a quien la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSPE), presentó como “narcomenudista” que operaba en el mercado Hidalgo.

Y le comento primero que de las 70 dosis de cocaína que le fueron sembradas a este hombre, la forma de la elaboración de las “grapas”, no era la misma, lo cual indica que los policías que las “recolectaron”, utilizaron a otros vendedores que seguramente están protegiendo, uno de estos y a decir de los investigadores, entre los que aportaron droga para el chalequito, fueron los integrantes de una pandilla conocida como “La Mafia”, que ya metió en nómina a la uniformada.

Además de que no se cumplió con el aspecto legal, lo del Nuevo Sistema Penal, sino que los uniformados actuaron como siempre, abusivos, sin tener el más simple conocimiento de la ley, montando, para que no les llamaran la atención, el asunto del balazo, ya que hay quienes aseguran que ellos dispararon al chaleco para justificar que habían herido a su sospechoso.

En otras palabras, a estos policías les valió el nuevo sistema y se van a seguir pasando por el “arco del triunfo” la ley.

Nos vemos cuando nos veamos.