Propios y extraños saben que desde el arribo de Moreno Valle al Partido Acción Nacional —luego del berrinche en el PRI por no obtener la candidatura al Senado— hizo y deshizo en el blanquiazul.
El Señor de los Cerros jamás se apegó a los estatutos de Acción Nacional, utilizó la represión y el exilio para quitarse a sus enemigos políticos del camino.
Realizó una limpia general para dejar gente afín a sus propósitos, cambió contra todas las reglas la dirigencia estatal del PAN, incluso impuso a su esposa en la secretaría general de ese partido.
Infló el padrón de militantes, impuso candidatos a puestos de elección popular, utilizó las encuestas como método recurrente para seleccionar abanderados y todo bajo el amparo del poder que ostenta como gobernador del estado.
Ahora, en la agonía de su mandato y ante la incapacidad de remontar las encuestas —a pesar de los millonarios contratos de publicidad para impulsar su imagen—, empieza a dar patadas de ahogado y busca victimizarse ante las estrategias de los aspirantes que tienen mayores posibilidades de alcanzar la nominación panista para 2018.
En martes pasado, tras el anuncio de la convocatoria para renovar el Consejo Nacional del PAN y que por lógicas razones no es favorable para sus propósitos, el Señor de los Cerros empezó a mover a sus peones y en voz de la diputada federal, Genoveva Huerta, acusó al presidente del albiazul, Ricardo Anaya, de agandalle y realizar un albazo para quedarse con el mayor número de representantes.
Ayer arreció sus críticas contra el dirigente nacional del PAN. Recurrió a la historia del blanquiazul para hacerse la víctima y descalificar a Ricardo Anaya.
Jamás en la historia del panismo, dijo a los reporteros, un presidente de partido en funciones ha buscado ser el candidato.
Respecto al método que debe llevar el PAN para elegir a su candidato, insistió Moreno Valle que lo mejor sería abrir una consulta a la ciudadanía.
“Creo que la selección del candidato del PAN tiene forzosamente que definirse a través de votación, como se hizo en 2012 y 2006, con un esquema similar”.
Por sus declaraciones y acciones, el Señor de los Cerros empieza a caer en la desesperación, porque ve más lejana la posibilidad de alcanzar la candidatura presidencial.
De ahí que recurra a la descalificación y el berrinche como cuando dejó la cuna que lo vio nacer: el PRI.