Del catastrofismo pesimista, a la mesurada posición de esperar que las amenazas de campaña no se vuelvan una realidad, los migrantes poblanos que viven en Estados Unidos recibieron, en su mayoría, con decepción el triunfo de Donald Trump en la elección presidencial, luego de que presentían inexorable la llegada de Hillary Clinton a la Casa Blanca.
El desánimo privó este miércoles y desde el martes en la noche en el Bronx, Brooklyn, el bajo Manhattan, en las ciudades de Yonkers y Buffalo, en fin, en toda la región triestatal en la que convergen los estados de Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut, donde vive un millón 200 mil poblanos.
La preocupación por la llegada de Trump a la Casa Blanca está bien fundada y, por paradójico que parezca, las dos visiones, la apocalíptica para la comunidad migrante y la moderada, que prevé que no se concretarán las balandronadas del magnate, tienen argumentos atendibles.
Sobre la primera, nos comentan líderes migrantes de la Unión Americana, en donde en total, junto con los que habitan en otros estados, la suma llega a 2.5 millones de poblanos, se sustenta en la visceralidad de Donald Trump.
Sin duda es un hombre que reacciona sin pensar, que es profundamente racista, misógino y perverso.
De ahí que la suposición de que cumplirá las amenazas lanzadas en campaña, con las que convenció al electorado de raza "blanca" y creencias retrógradas.
Muchos de nuestros paisanos ven factible la construcción del muro, las redadas feroces y deportaciones masivas, la cancelación del Tratado de Libre Comercio y la imposición de aranceles de hasta 35 por ciento a los productos mexicanos.
Un hecho sí es incontrovertible, la reforma migratoria no llegará con este presidente estadounidense y las acciones ejecutivas que había emitido Barack Obama para beneficiar a quienes, sin documentos, tenían años de residencia y un historial limpio o llegaron de niños, serán borradas de un plumazo por el billonario neoyorquino.
Podemos decir desde ahora adiós al Amparo de la Deportación a Padres de Ciudadanos y Residentes Legales Permanentes (DAPA, por sus siglas en inglés) y a la Acción Diferida de 2012 (DACA, por sus siglas en inglés), que daba cobijo a quienes entraron siendo apenas unos niños, a aquellos a quienes se les ha llamado románticamente los dreamers (soñadores, en alusión al sueño americano).
Otro efecto que ya se vio de inmediato está en la fragilidad del peso que quedó en evidencia con el triunfo del republicano; el tipo cambiario está en más de 20 pesos por dólar.
Sí, no se equivocan del todo los paisanos al ver un futuro negro.
Por otro lado, la visión moderada de quienes piensan que las bravuconadas de Donald Trump se dieron al calor de la campaña, como de borracho cantinero en viernes, y como demagogia para un público específico, también tienen razonamientos atendibles.
Esos poblanos sostienen que el ganador de la contienda presidencial de este martes no podrá actuar a placer y tendrá un fuerte contrapeso en las bancadas demócratas e incluso algunos legisladores republicanos que no comulgan con su ideología, en los congresos estatales y en el Capitolio.
Algo de razón se les debe conceder, sobre todo porque desde hoy, congresistas de origen o ascendencia latina manifestaron que serán un elemento de equilibrio en Estados Unidos, ante la posibilidad de una política desbocada en materia migratoria de Trump.
La media entre las dos posiciones es la que puede darnos una visión más cabal de lo que preocupa y ocupa hoy a los migrantes poblanos, mexicanos y latinos en general, y se define con una palabra: incertidumbre.
El líder migrante poblano Roberto Bravo, lo definió así esta mañana en sus redes sociales: "Amanecer de preocupación, de impotencia y de futuro incierto para nuestra comunidad inmigrante.
Hoy más que nunca debemos de mantenernos unidos y conocer nuestros derechos. Recuerden, la unión hace la fuerza".
Entre estas aguas turbias, algo es seguro, la nueva condición de Estados Unidos no hará sino poner en alerta a los líderes y activistas aquí y allá.
Y si algo saben hacer nuestros paisanos es la defensa estridente de sus derechos y en las acciones organizadas.
Comienza una nueva lucha por los derechos migrantes.