Que evidentemente la Plaza México no soporta una corrida de las llamadas de rejones, eso ha quedado plenamente asentado en el acta, que debió levantarse al terminar el festejo del pasado domingo.
Lo demuestra con exactitud la entrada, poco menos de un octavo de plaza, según los términos que se utilizan.
De este festejo o mejor dicho “función”, como si de circo se tratará, bien queda, para resumir lo que ocurrió la frase de Porthos: “había excesivas manos mojando la salsa”. Cierto, muy cierto, entre rejoneadores Caballeros en plaza, que fueron tres; forcados, dos grupos con sus cabos, forcados de pega y demás estamentos, cronistas que para la TV fueron tres; ganaderos ya en tercera generación; nombres de toros, encastes, nombres de caballos, cuadras de origen…
Total que un titipuchal de nombres para tratar de recordar, de los que la mente sólo retiene uno: Rodrigo Santos, en toro de despedida, un ranchoseco como sus hermanos, que fueron buenos para el caballo, pero dejaron ver muchas cosas que decían debieron ser mejor para lidiarlos a pie; el cuarto de la tarde en que las cosas le rodaron bien, esto es literal, para al final levantarse con 2 orejas 2, mismas que fueron otorgadas con autenticidad verdadera: es decir, el C. Juez otorgó la primera y atendiendo a insistente petición, otorgó la segunda, cariñoso reconocimiento a una carrera de 26 años en los ruedos mexicanos, figura que difícilmente encontrará remplazo.
A la mente vienen toreros a la jineta para recordar por siempre Carlos Arruza, que al otoño de su carrera se subió al caballo para rejonear y lograr como final de todas, todos sus actuaciones que el público, que a eso iba, lo hiciera bajar del caballo, para verle torear de muleta…¡Claro, a eso íbamos!
Y el otro Caballero en plaza a recordar por siempre fue Santos Gastón de nombre, a quien sus incursiones en el cine mexicano acrecentaron su popularidad.
Y, de los demás, pare usted de contar; divierten a la gente, provocan buenas entradas en ferias de pueblo, donde la gente gusta de ver y admirar la doma de los caballos y la monta espectacular, que en eso está convertido el rejoneo en México y le acompaña el otro espectáculo en nuestro medio; el de los forcados que ahora son grupos de bien robustos, rechonchos y bien totopeados sujetos vestidos más o menos igual que se dedican a agarrar el toro al intento que se pueda y tal como se aprecia en la foto “agarrándose de donde se pueda”, incluso de las michelin o glúteos de los compañeros.
Este domingo 25 de diciembre la corrida navideña que tradicionalmente se celebraba en Apizaco se traslada a la Ranchero Aguilar, en Tlaxcala, donde partirán plaza: Jerónimo, Diego Silveti y el recién alternativado Gerardo Rivera, para lidiar toros de Rancho Seco, García Méndez y Magdalena González. Muy buen cartel para una fiesta, que en materia de toros no debe pasar desapercibida.
Un par de orejas que Rodrigo Santos se lleva en son de triunfo al cierre de su carrera.
Forcados modernos autóctonos sinónimo de salir vestidos igual, bien maiceados a “agarrar al toro a como se pueda”.
Dice la técnica que el forcado al hacer la pega se sostiene firmemente con los pies…entonces: ¿Qué es esto?
Jerónimo convoca a sus paisanos de Tlaxcala, Puebla y el exDF a la Plaza Ranchero Aguilar, en Tlaxcala.