Llenaban cajas de huevo con billetes de 500 pesitos, me dijo un colega que tiene años en la cobertura de las actividades de los gobernadores que ha tenido Veracruz con el paso de los años, desde Patricio Chirinos Calero, pasando por Miguel Alemán Velasco, Fidel Herrera Beltrán y el impresentable Javier Duarte de Ochoa, detenido en Guatemala desde el Sábado de Gloria.
¿Quieres acalambrar a la clase política poblana?, punzó este experimentado compañero de tareas reporteriles, desde los años cuando juntos gastábamos suelas de zapatos en la búsqueda de la cuota informativa del día impuesta por el jefe de información de nuestros respectivos medios.
“Estuve cerca, yo me sé la de todos”, los políticos que en años recientes recibieron dinero en efectivo del exgobernador de Veracruz y que hoy hiede a cadáver político del que todos reniegan o prefieren un sospechoso silencio.
“Se lo quedaron muchos candidatos porque de lo que les mandaba (Duarte), más de la mitad y el resto fue usado para las campañas; hasta 40 millones en billetes de 500 pesitos”.
Incluso dijo que “hay varios senadores, diputados federales de Puebla que los recibieron (...) mucha de la lana desviada fue para campañas (...) todos le deben a Duarte (...) por eso nadie dice nada”.
En Veracruz una leyenda urbana ubicaba al exprófugo de la justicia acusado de manejo con recursos de procedencia ilícita y lavado de dinero como el orquestador de una campaña de financiamiento para candidatos del PRI en Quintana Roo, Tamaulipas, Sinaloa, Yucatán... y desde luego en Puebla.
No solo patrocinó aspiraciones políticas de mujeres y hombres que militan en el Partido Revolucionario Institucional, sino de otras ofertas como Acción Nacional, de la Revolución Democrática y hasta de Morena, versión que no solo ha sostenido Miguel Ángel Yunes, el gobernador veracruzano, sino la clase política en ese estado de manera general.
El exmandatario será sometido a un proceso de extradición en las próximas horas, que podría extenderse hasta por un año, siempre y cuando sea valorada políticamente la magnitud de la información que posee este “padrino” de aspirantes a gobernadores, senadores o diputados federales.
Javier Duarte de Ochoa se convirtió en la razón del insomnio de muchos de los integrantes de la clase política de una buena porción del territorio nacional.
Solo será cuestión de esperar a que comience a declarar ante las autoridades federales en México y se dé luz verde para rastrear el destino de unos 40 mil millones de pesos de los que nadie puede explicar a dónde fueron a parar, salvo que como compartió el compañero de oficina, en realidad haya sido utilizado para aceitar la maquinaria electoral de quienes hoy ocupan una curul en el Senado o en la Cámara de Diputados.
Duarte de Ochoa es una bomba de tiempo que amenaza con estallar en medio de los procesos electorales de los próximos meses. Y todo por unas cajas de huevo llenas de billetes.