Es investigado por la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales, podría estar entre los ediles sometidos al escrutinio de las autoridades federales por haberse coludido con pandillas de huachicoleros, y con el paso de su administración se convirtió en un impresentable militante panista.
Hay presunción de manejo de recursos de procedencia ilícita, uso de dinero público como patrimonio personal y, sobre todo, violencia política de género. Toda una estampa.
Despótico de pies a cabeza, es reprobado por sus paisanos. Sus desplantes son notoriamente rechazados por la sociedad. Y no obstante se sintió con la solvencia política para comenzar su promoción para ser candidato a una diputación federal.
Es Inés Saturnino López Ponce, edil de Tecamachalco, que mandó a colocar anuncios espectaculares por todo el distrito con la portada de la revista Líder, una edición dedicada a la exaltación de la pintoresca clase política necesitada de culto a la personalidad.
Pero el problema para este personaje de la campiña poblana comenzó apenas la mañana de este miércoles.
En medio de un cúmulo de señalamientos, la secretaria general del PAN, Martha Erika Alonso, ubicó en el centro de su discurso al presidente municipal.
Con sólo 35 palabras terminó por pegar en la línea de flotación del nuevo proyecto político del edil que presume como Patente de Corso, fotografías con los integrantes de la nueva clase.
“Y si no vemos una respuesta inmediata de parte del alcalde veremos ya con la Comisión Permanente un llamado al munícipe para frenar esta violencia de género que sufren las regidoras de ese municipio”, advirtió en una reunión con la fuente que cubre las actividades del Partido Acción Nacional.
La sentencia política ocurre luego de que en septiembre de 2015 un lacayo del rey de Tecamachalco arrojó 209 mil pesos a la regidora Ruth Zárate, una mujer que se ha resistido a validar los abusos de este personaje.
Este gesto de notable misoginia y violencia de género dio origen a una acusación ante la Fepade, que está en curso.
Con los antecedentes que pesan sobre el personaje, capaz de organizar bailes multitudinarios para celebrar su cumpleaños cada mes de abril, se convierte en una carta inviable para competir con dignidad por una diputación federal.
Es como nuestro Layín, ese sujeto de la costa nayarita que como puberto besa muchachas en eventos populares, o les levanta la falda y que además asiste a debates políticos con sombrero a la cabeza y camisa abierta, como el bufón de la fiesta charra.
Nada nuevo con nuestro Layín poblano, pero no por ello debe ser motivo para reflexión sobre la dimensión descomunal de su conducta de señor feudal: el spot de 20 segundos para sus redes sociales en el que se hizo acompañar del pelotero de grandes ligas, Esteban Loaiza, a quien pagó 10 mil dólares que luego el viudo de la cantante Jenni Rivera usó para un encerrón de fin de semana en Las Vegas.
Por fortuna, nada es para siempre.