Al Movimiento Regeneración Nacional le sobran activistas, pero carece de operadores electorales capacitados para el llamado Día D. La disputa en el terreno se gana con estrategia y personal de tierra que conozca de las trampas que los alquimistas electorales colocan en secciones y casillas clave.
Sin información precisa sobre los grupos que mueven al ejército de mapaches, sus coordinadores y sitios por donde se van a desplazar el Día D, están a ciegas.
Sin medidas preventivas o protocolos de actuación, van a ciegas, es tarea perdida e inútil para la causa del partido político nacional más joven en el país, pero de mayor crecimiento.
Es parte de un profundo análisis realizado por un grupo de observadores que se desplazó por territorio mexiquense el domingo 4 de junio y que no hace sino poner de manifiesto que no es suficiente el activismo en Twitter o Facebook para influir en el ánimo del electorado, o de quienes cuentan los votos.
El trabajo de campo que fue compartido con el autor de esta Parabólica cobra una vigencia especial en un momento preciso.
Este fin de semana que la cúpula mayor del partido de López Obrador aprobó aliarse con el Partido del Trabajo arrancó formalmente los trabajos para ir al proceso comicial de 2018, cuando estará en juego el mayor paquete de cargos de elección popular en el país.
Una de las variables que más peso tuvo en el resultado del proceso en el Estado de México, el de mayor relevancia por el número de electores en el listado nominal, densidad poblacional y vecindad con la Ciudad de México, sin descartar que se trata de la cuna del grupo político de Enrique Peña Nieto, fue la ausencia de al menos 3 mil representantes de casilla.
Nadie advirtió que poco tiempo antes y durante la jornada de ese domingo, ese número de responsables de vigilar, contar y frenar abusos de otros partidos políticos, desaparecieron de la escena, de su sección electoral o de su casa.
La candidata al gobierno del estado por ese partido, Delfina Gómez, pudo haberse colocado a la cabeza del priista Alfredo del Mazo con una holgada ventaja, superior a los cinco puntos. El problema para la expresidenta municipal de Texcoco vino después de la campaña, el día de la elección.
Y es que no solo el alto número de representantes de casilla a quienes nadie les encargó darles seguimiento una vez que aceptaron la invitación para ser representantes de casilla y luego se ausentaron extrañamente.
Este reportero pudo ver un conjunto de fotografías en las que se pueden apreciar movilizadores del Partido Revolucionario Institucional o de Antorcha Campesina con listas en mano, a unos metros de los centros de votación para verificar el sentido del voto a cambio del pago acordado.
En algunas incluso había presencia de patrullas o elementos uniformados con armas largas, a un costado de las casillas instaladas ese día de la jornada. Nadie consignó la presencia de la maquinaria priista, con dinero, logística y operadores para frenar el ascenso de la candidata de Morena.
López Obrador, sus generales y miles de simpatizantes, necesitarán mucho más que las legiones de seguidores en redes sociales y las calles para hacer un papel más competitivo en la disputa electoral.
Mientras el modelo de competencia partidista rija el juego electoral, la consigna callejera, el bombardeo mediático o las campañas desde Facebook o Twitter servirán solo para la percepción, pero no para la acción en tierra.
Hace falta más que una guerra de frases.