El jefe de prensa de línea dura, golpeador de la prensa crítica y feroz redactor de cartas aclararías, Sergio Ramírez Robles está de vuelta.
Talento fugaz, contratado para golpear a la prensa insumisa en el inicio de la gestión de Rafael Moreno Valle, por el exsecretario General de Gobierno, Fernando Manzanilla Prieto volvió a ser reclutado por el aspirante presidencial panista.
La reincorporación de quien tuvo un paso fugaz por la dirección de la televisión pública de Jalisco obedece a la ruptura de Moreno Valle con Max Cortázar, exdirector de Comunicación en la presidencia de Felipe Calderón Hinojosa y articulista semanal del diario Excélsior.
Se trata de la ruptura que mayor déficit en términos de uso de información privilegiada podría haber aportado a la estrategia política del exmandatario, en virtud de los datos que posee sobre la vida pública y privada del matrimonio Calderón-Zavala.
El pleito habría sucedido el martes 11 de julio, cuando el hombre que despachó en Casa Puebla hasta el 15 de febrero pasado reclamó la falta de impactos positivos en la prensa nacional, que puso mayor atención en otros temas de coyuntura.
No es difícil imaginar el estado de tensión entre el exdirector de Comunicación de Calderón Hinojosa y Moreno Valle hasta el grado de la ruptura, un estado de cosas improbable, pues ya había vencido en una prueba de fuerzas al Rasputín del sexenio con aspiraciones de trascender: Marcelo García Almaguer, el funcionario-consultor.
Sergio Ramírez cobró una indeseable notoriedad cuando llegó al cargo después de la renuncia de Norberto Tapia Latisnere, actual director de la Cámara de la Radio y la Televisión a nivel nacional.
Desde su llegada al gabinete impuso un modelo de comunicación política que terminó por tensar al máximo la difícil relación de un gobernador con los medios, intolerante a la crítica y proclive al uso del dinero público destinado a la inversión pública institucional en el rubro publicitario como patrimonio propio.
Tuitero procaz, desafió desde su púlpito efímero a todo periodista que cuestionó la iracunda forma de hacer gobierno del hombre que encarnó la alternancia, pero ofreció saldos deficitarios en términos de respeto a derechos y garantías ciudadanas, entre ellas, la libertad de expresión.
Mucha debe ser la necesidad de Moreno Valle para reciclar un cartucho quemado como Sergio Ramírez, a quien por cierto no se le conoce media cuartilla publicada en algún medio que se precie, como para haberlo reclutado otra vez.
En septiembre de 2012, junto al director del periódico Cambio, Arturo Rueda, urdió la mentira de la denuncia contra 19 periodistas por el presunto delito de daño moral.
Sergio Ramírez y Moreno Valle encarnan su propia tragicomedia.