Con esa autosuficiencia tan suya, Javier Lozano Alarcón, descalificó cualquier posibilidad de que su exsecretario particular en la Secretaría de Trabajo en tiempos de Felipe Calderón Hinojosa, Luis Banck Serrato, lo haya rebasado en la carrera por la candidatura al gobierno estatal.

Lozano Alarcón, el iracundo funcionario calderonista, que antes sirvió a gobiernos priistas como el de Ernesto Zedillo Ponce de León y de los poblanos Melquiades Morales Flores y, fugazmente, al de Mario Marín Torres, atajó con lengua de fuego cualquier probabilidad de que el edil tenga una mejor evaluación en un sector del panismo.

¿... le están ganando la carrera (por la nominación a la gubernatura por el PAN) a Javier Lozano?, le preguntaron.

—No, yo creo que además él no está compitiendo—, respondió lenguaraz, quien ha sido incapaz cosechar una palabra pública de halago, reconocimiento o simpatía, hasta entre sus correligionarios. No hay registro de ello, ni en el Senado.

La manzana envenenada la puso en la mesa la propia dirigencia panista en manos de Jesús Giles Carmona, líder de ese partido y Martha Erika Alonso, secretaria general. Vino el vocero y la mordió.

Hicieron publicar en sus redes un reconocimiento a Banck Serrato, el edil de la capital a quien no se le puede regatear una conducta discreta, incontrastable con otros perfiles que han despachado en esa misma posición administrativa, pero también política. 

“A nombre de los integrantes de la Comisión Permanente reconozco a @LuisBanck por la estrategia implementada para combatir la inseguridad”, escribió la secretaria general panista en su cuenta de Twitter, lo que en buen español supone uno de los mayores apoyos políticos en medio de una tempestad que envolvió al edil. 

Lozano Alarcón insiste públicamente en que estará en la boleta el próximo años; Banck Serrato, no. 

El primero falta a la lealtad política de quien le dio lugar como jefe de la Oficina del Gobernador, vocero y otras responsabilidades gubernamentales cuando hace públicos apetitos personales en medio de tanta carga de trabajo, como para perder la concentración. 

El segundo ha mantenido un bajo perfil que por momentos lo hacen ver gris, casi inexistente en la escena política y partidista. 

Dos estrategias, dos formas de ejercer su influencia en los ámbitos del panismo. Transpira mezquindad el senador con licencia. Luis Banck sigue callado.