A estas alturas el gobernador Antonio Gali Fayad deberá saber que la guerra por el poder pasa hasta por encima de los buenos modales y las reglas de urbanidad política.
Así dejaron constancia la mañana de lunes el exfuncionario morenovallista, Fernando Manzanilla Prieto; el edil de San Pedro Cholula, José Juan Espinosa Torres; el expriista Alejandro Armenta Mier; y el experredista Luis Miguel Barbosa Huerta.
Paladines de las mejores causas, los llamados neomorenistas se colocaron en el podio de lo políticamente correcto, levantaron el dedo flamígero, apuntaron al blanco de la diatriba del momento, y sin freno, dieron rienda suelta a la pasión de la descalificación fácil.
En el otro extremo, colocado en el paredón de fusilamiento a quien decidieron tras su juicio sumario y sin siquiera advertir del descontón artero, tuvo que acusar recibo el inquilino de Casa Puebla.
En la lógica por la pelea por el poder, las coartadas para justificar la acción discutible y sin decoro abundan: “El fin justifica los medios”, “en el amor y la guerra todo se vale”, “de que lloren en mi casa...”.
A Gali Fayad se le podrá acusar de muchas cosas, menos de actuar como el antecesor, Rafael Moreno Valle, quien fue capaz de dividir a la poblanidad entre buenos (quienes lo siguieron ciegamente) y los malos (quienes discreparon de su conducta pública).
Ahí está Fernando Manzanilla, exsecretario de Gobierno con Moreno Valle y ahora uno de sus principales detractores quien sostenía reuniones con Tony Gali Jr., en la antesala de la elección para gobernador en abril del año pasado.
Es el acaso José Juan Espinosa, el edil de San Pedro Cholula quien el 2 de agosto posteó desde su cuenta de Twitter @JoseJuanEsp “Gracias a la sensibilidad de @TonyGali avanzamos en el @GobiernoCholula para la reubicación del Cereso, confiamos en que se haga realidad”.
Los legisladores federales, el senador Luis Miguel Barbosa Huerta y el diputado federal, Alejandro Armenta Mier, dos pesos pesados de la política nacional parecen haber obviado una máxima en política, que es dejar abierto un puente de entendimiento en el proceso de transición tras un proceso político como el que viene. Un lego en materia de ciencia política lo intuye. Ellos parecen haberlo olvidado.
A José Antonio Gali lo colocaron al frente de la fila de personajes encabezados por el exgobernador Moreno Valle dedicados hurgar y escuchar a la vida privada de mucha gente, entre quienes se encuentran no pocos periodistas, obvio.
El agravio, la ofensa y la persecución que tuvieron campo fértil en el pasado dividieron a los poblanos. Alguien debió advertir ese riesgo porque hoy pagan justos por pecadores.
Es justo anticipar, no es Gali quien busque jugar en la boleta, como sí sucede con los alfiles del exgobernador.
Apuntaron mal los tiradores que este lunes integraron ese pelotón de fusilamiento. Los juicios sumarios suelen acarrear saldos negativos para sus orquestadores, aunque el aplauso fácil lo hayan conseguido en medio del griterío pertinaz de quien pide pan y circo.
La pelea por el poder quedó formalmente inaugurada.