Lector querido: Ya no siente uno lo duro, sino lo tupido, dirían los antiguos. Cuando no nos sacude la tierra, el sol nos chamusca o el agua nos ahoga y si no, la negrura que embarga a nuestro Honorable Congreso de la Unión, de plano nos ubican en una negrura más negra que sus calzones Hugo Boss.
No nos quedan más que dos sopas, como decía Blanca Nieves, la de fideos y la de jodeos y, la de fideos ya se la acabaron los enanos. Así es amigo lector, cuando eres chaparrito, pu´s ni modo, porque mal que bien, tienes un corazón grande, pero cuando eres enano del alma, ahí sí está canijo y es muy triste, porque se llevan entre las pezuñas a gente buena.
Qué pasaría si les sucediera lo que se creía en el Egipto antiguo, el de las pirámides, que decían que el Dios Anubis pesaba en una báscula tus buenas acciones, en una báscula de mano, y cuando tu amor por tus semejantes pesaba menos que tus otras acciones, “chupabas Faros” y te mandaban a padecer tormentos horribles en compañía de otros políticos.
Yo tengo otra versión del tormento que imponían los egipcios: Yo creo que a los de alma negra los mandaban a trabajar en una Secretaría del Averno, encargada de pedirle perdón a todos indígenas y enfermos en los millones de planetas que existen en el universo. Allá los recibía Calzonsin o Chanoc. Calzonsin, los obligaba a andar a raiz y con un sarape con espinas de nopal y Chanoc los hacía escribir tres mil millones de páginas, escribiendo en letra script “soy un servidor público, soy servidor público…” es un tormento horrible que cumple, indirectamente, con una función mnemotécnica.
Por si las moscas pienso que es mejor ser buena onda, porque nunca sabes lo que vendrá mañana.