La postulación de Luis Miguel Barbosa como coordinador de Organización del Movimiento de Regeneración Nacional por sobre otros personajes como los diputados federales Rodrigo Abdala, Alejandro Armenta y el activista Abelardo Cuéllar mete presión en otros partidos políticos.
La expectación por la nominación de esa responsabilidad es exactamente proporcional al nivel de posicionamiento de la marca Morena tiene por sí sola en el escenario electoral previo.
Una encuesta consultada permite advertir que el nivel de alcanzado entre los votantes previo al arranque formal de las precampañas electorales, es que el partido de Andrés Manuel López Obrador alcanza los 25 puntos.
Sin candidato el Movimiento de Regeneración Nacional supera por seis por ciento al Partido Acción Nacional, con un poco más de 18 por ciento y el PRI queda en una tercera posición con 16, en el tercer.
Barbosa Huerta puede ser el coordinador de Morena mientras no haya abanderado, que deberá ser electo después del convenio de coalición con el Partido del Trabajo. O puede ser ratificado una vez que la alianza haya sido registrada y autorizada por el Instituto Nacional Electoral.
Y sin embargo, sea quien fuere el escogido para pelear la gubernatura en 2018, será quien arranque con una ventaja competitiva frente a los partidos políticos que ya han tenido el poder en Puebla pues la gente común está cansada de los excesos evidentes de la ortodoxia.
El senador originario de Tehuacán puede no ser el mejor producto electoral en una contienda como la que se prevé tenga lugar en el territorio estatal, sobre todo por la maquinaria electoral del ex gobernador Rafael Moreno Valle que parece enfilarse a postular a la secretaria general panista, Martha Erika Alonso de Moreno Valle, sin embrago el crecimiento en Morena ofrece un panorama de mayor riesgo.
La hipotética fórmula entre la esposa del gobernador y el edil Luis Banck parece muy cuesta, sobre todo por negativos acumulados desde que el ex mandatario impuso a todos un modelo de gobierno sin capacidad de interlocución, prudencia ni empatía.
Barbosa deberá demostrar de qué es capaz en la competencia electoral en la que se estrena, más allá de las relaciones políticas que posee a nivel nacional, pero por lo pronto la marca Morena le concede una ventaja comparativa por sobre cualquiera de los competidores o competidores.