Un Partido Revolucionario Institucional debilitado es la peor noticia que podría haber tenido el grupo de Rafael Moreno Valle Rosas ante el escenario previo a la jornada comicial del 1 de julio.

Cuando el ex gobernador se encargó de desfondar al PRI desde que llegó al poder en 2011, no había advertido que la locomotora con las siglas del Movimiento de Regeneración Nacional había iniciado la marcha inexorable, rumbo al proceso dentro de 50 días y que hoy es motivo de desvelo.

En momentos en que ese partido político que postula para gobernador a un casi desconocido Luis Miguel Barbosa, se encamina a hacer el mejor papel de su reciente creación, el ex gobernador y jefe de la campaña deberá hacer un mejor cálculo, pero tardío.

Como aliado, el PRI de Javier Casique como el de Jorge Estefan, está devaluado hasta alcanzar dimensiones irrisorias como las que guardan otras franquicias políticas de menor tamaño y presencia en la escena desde que el pragmatismo inundó al sistema de partidos.

Ahí están el Partido de la Revolución Democrática, Pacto Social de Integración, Nueva Alianza, Compromiso por Puebla, Movimiento Ciudadano y hasta el Verde Ecologista de México, ex aliado del priismo.

Ninguna de esas siglas en la escena electoral sirve lo suficiente a un aparato que se encargó de cooptar y desarticular a la oposición por una postura férrea, absolutista e inquisitoria.

El PRI es el partido del que la mayoría de quien acompañó a Moreno Valle en su gestión emigró. Los que no lo hicieron abiertamente terminaron por acordar en la oscuridad y otros pactaron con descaro, ahí están todos, unidos por la vergüenza inconfesable.

El resultado es obvio: hoy que el aparato necesita de un partido político aliado para frenar la línea ascendente de Luis Miguel Barbosa y los candidatos de Juntos Haremos Historia, el Revolucionario Institucional carece de fuerza, credibilidad y solvencia moral.

No sólo eso, pues según distintas encuestas es el más rechazado y sus candidatos en algunos casos no llegan ni al 13 por ciento en intención de voto, colocados en la mayoría de los casos en un lejano tercer lugar.

Desfondado como lo dejó el grupo que gobernó con Rafael Moreno Valle desde 2011 no vale ni el esfuerzo de meterle oxígeno a sus abanderados.