Es asunto de ingenio. No todo está perdido. Cuestión de poner a girar la ardilla. Con perspicacia y agudeza la propia afición a los toros puede sobrevivir en este país en el que medran millones de zascandiles. La cosa es estar al alba, como cuando va uno por la carretera y en el retrovisor se percata de que se acerca una patrulla de la policía, de inmediato se aplica el protocolo de alarma: Contener la respiración, las dos manos al volante,  quitar el zapato del acelerador, vista al frente, orar a todos los dioses y conjurar a todos los demonios. Y cuando la de las luces azules y rojas se aleja, uno quisiera bajarse a besar la tierra, igual que Cristóbal Colón al pisar la playa de la isla de Guanahani.

La afición puede seguir viva en nosotros si con cuidado, vamos escogiendo festejos por aquí, por allá. ¡Alerta!, no te acerques al Relicario mi Pepe Toño. La misma inercia hace que encontremos a otros ingeniosos. Por ejemplo, la empresa que gestiona los asuntos de la plaza privada de “Cinco Villas”, dirigida por don Luis Marco Sirvent. Con la ardilla galopando como abanto del Saltillo dando vueltas al ruedo, o sea, Chip y Dale con más patas que Usain Bolt, han armado una feria compuesta de seis festivales que ya quisiera dar  como corridas la empresa de la Plaza México. Anuncian novillos, pero conociendo el prestigio de ese cortijo, estarán mejor presentados que cualquier encierro de toros lidiado en Aguascalientes. Temblor de emoción, ilusión a tope, adiós al neoconformismo  toreril mexicano. Un concepto que va a romper esquemas.

Seis festejos, cinco seguidos como una feria de otoño, ¿en Madrid?. No, en Santiago Cuatlalpan, Estado de México. Ninguna figura que pueda echar a perder el serial. Algunos toreros buenos, otros no tanto, pero que tendrán que amarrarse los machos. Tradición nimeña, la de dar en sábado una corrida por la mañana y otra por la tarde. Imaginación despierta, la de estos emprendedores. ¡Por fin, un empresario taurino liberó a la loca de la casa!, celebran regocijadas  Santa Teresa y Rosa Montero, escritora que, por cierto es hija de un torero.

Probablemente, aferrados a la costumbre de “Cinco Villas”, los novillos tendrán estampa de toros y si me apuran, aun siendo festivales,  saldrán en puntas, porque si en otros cosos los toros parecen novillos, allá, la cosa es a la inversa. Un banquete. El serial ha sido bautizado como “Amigos de Cinco Villas” y con toda seguridad, empezando por los precios, que son muy bajos, los que asistan serán tratados como eso, como amigos de la casa.

Mientras tanto, en otras plazas del país, en plan profesional, se seguirán dando las mediocridades de siempre. Por ejemplo, en Puebla, tendremos que esperar unas semanas para disfrutar el precioso encierro de Zacatepec con el que la empresa nos ilusionó y después, salió con que lo encastado  luego, primero hay que hacer limpia de corrales. Escabechina de aficionados, tendidos con menos de seiscientos incautos y lo bravo, envejeciendo en los potreros.

Años y años, comprando entradas para barreras, tendidos, generales y andanadas, me han vuelto ingenioso hidalgo. Astuto diletante al que ya no se la dan con queso. Si alguna vez muerdo el anzuelo, es porque no hay nada con que apagar la voluntad de toros. Las parodias no se paladean, sin embargo, calman la sed. Pero a partir de mañana y la primera semana de octubre, no será el caso. Las cosas como están mandadas y profundo respeto al público. Probadita, no del Nuevo, pero sí del Primer Mundo. Rodrigo de Triana, entre la niebla los ha avistado y desde el carajo grita jubiloso: ¡Toros a la vista!. ¿A babor?... ¿a estribor?. Por el lado de “Cinco Villas” mi almirante.