Yo creo que traicionar es un acto que degrada a quien comete la traición; es decir, alguien que traiciona difícilmente podrá esperar que Santaclós o los Santos Reyes les traigan un regalo en Navidad. Es más, estoy seguro de que el susodicho traicionero o traicionera llegarán al final de sus días, solos como bacinica en cometa.
La traición, es como un dolor de muelas cuando estás a punto de alcanzar la cumbre del Everest sin llevar oxígeno. Claro que “el que la hace la paga” y esa es una ley incuestionable. Bastaría con recordar lo que le pasó a Judas.
Lo curioso del caso es que todos tenemos un poco de ese defecto en nuestras maltratadas neuronas, porque también nos traicionamos a nosotros mismos con resultados igualmente nefastos, pero como que no duele igual, como que nos hiere más el que un malandrín nos vea la cara. Porque uno ya sabe, de una manera u otra que, se está haciendo daño pero, que otro u otra lo hagan, son gachadas.
Esto ha provocado que hoy, depositar la confianza en alguien se convierta en una tarea titánica o en una “ruleta rusa”. Es muy doloroso porque uno necesita confiar en otro ser humano, ya sea para llorar, reír, pujar o lo que sea, es una necesidad, un paliativo contra la soledad e incomprensión en la que vivimos.
Es muy difícil encontrar a un ser que sea capaz de no caer en la tentación de traicionar, porque nunca nos enseñaron el hecho de que “si tu estás bien”, yo también estaré bien.
Al contrario, siempre nos enseñaron a no confiar en nadie, ni en uno mismo, por eso nuestra vida se desarrolla en una triste soledad en compañía.
Para acabarla de torcer, la sensación que nos deja el ser traicionados es peor que la que nos deja el engaño, porque, a pesar de ser sinónimos, el engaño es: “me viste la cara de macegual” y la traición es un dolor que hiere el alma. Por eso, si tienes o conoces a alguien que te ama por lo que eres, ya la hiciste, porque no esperará que le des, sino que siempre estará contigo sólo para darte, sin esperar nada a cambio. Alguna personas le llaman a esto amor, respeto.