No me la trago. Soy una figura del toreo en lo de sospechar cosas que acaban siendo ciertas. Algo pasó con algún sindicato taurino -reparen ustedes que poner sindicato en vez de asociación, tiene la saña de un derrote miuresco-. Quedé fundido cuando leí el boletín de prensa. Motivos de causa mayor obligaron a la empresa a cancelar el evento “Los Amigos de Cinco Villas”.

Tardaremos -tal vez, no- en saber qué ocurrió. La cosa es que, siendo tan desconfiado como soy de las huestes taurinas a las que, salvo respetables excepciones, no les creo ni el padrenuestro de rodillas, me queda el escozor de que alguien orquestó un boicot a los festivales organizados por la empresa de una plaza en la que las cosas se hacen muy bien, empezando por dar festejos con bovinos de lidia que tienen la edad reglamentaria y en puntas. ¿Qué necesidad –maestro- de lidiar toros de cuatro años y en puntas? No joda.

El toreo mexicano galopa desbocado hacia un precipicio. Cuando me preguntan si no temo que los del Partido Verde nuevamente hayan presentado una iniciativa de reforma de ley para terminar con las corridas de toros en la ciudad de México, propuesta a la que se sumaron los diputados de Morena y del PRD –cartelazo de la vagancia- respondo que me asustan más los propios taurinos. De verdad, es que son más nefastos la mayoría de los matadores de toros y novillos, subalternos, ganaderos, apoderados y empresarios, que los diputados del Verde y ya es decir. Los taurinos, con la lealtad de una víbora de cascabel, han traicionado al toro de lidia y le han quitado su papel de protagonista. Aunque, ustedes perdonen por decirlo, en México, el papel protagónico del toro bravo ha sido muy relativo.

Aquí, somos toreristas. He escuchado decir a algunos que se proclaman verdaderos aficionados, que ellos son “más toreristas que toristas” y estamos fritos. Por eso, tenemos la parodia que con tanta ilusión, afición, tequila y mucha cerveza, vemos como nuestra fiesta.

Hace unos días, en la plaza de toros de mi ciudad, El Relicario, se dieron dos corridas, que sumando las entradas de las dos tardes, difícilmente llegan a mil boletos vendidos, pero, ¿eso a quién le importa?. Cada uno asume su papel en la parodia y que esta se acabe cuando tenga que acabar.

A lo de Cinco Villas, la iniciativa del Partido Verde, la flaca entrada en El Relicario, hay que agregar el elenco de la Plaza México que esta semana se dio a conocer. Es pan con lo mismo, una calca de la temporada del año anterior, como si los festejos se hubieran dado con la afición repartiendo cachetadas por conseguir un boleto. Igual que si la misma gente del toro quisiera que se acabara. ¿Qué nos espera? Me derrito por decirlo: encierros de toros tan nobles que rayan en el retraso mental, además, débiles casi inválidos. Por si faltara, carentes de casta, mansos hasta la desesperación, pero obedientes en lo de seguir la muleta como si estuvieran amaestrados. Muy útiles para exhibir paparruchadas y desplantes de toreros que con tan hondo dominio de esas hermanas de la caridad, lucen grotescos.

La pregunta es la de siempre ¿por qué no Piedras Negras, Tenexac, De Haro, San Mateo, San Marcos, San Lucas, Arroyo Zarco, Jaral de Peñas, Coaxamaluca, Santa María de Xalpa, Zacatepec, El Grullo, Magdalena González? Y de toreros, perdonen que les diga una cosa, sólo que a Ferrera se le ocurra firmar una verdadera corrida de toros, no nos salvamos de que nos rellenen la torta con puro queso.

¡Qué aburrición! Ni los del Verde se aplican con tantos ímpetus. La pregunta no es ¿hasta cuándo nos durará la parodia de toros mexicana? sino, ¿cómo ha podido resistir tanto?.