Me lo comenta Remydenegro antes de que empiece la entrega de reconocimientos. La gente llana vive cosas –dice- que los petulantes se pierden. Estamos en un restaurante del centro histórico de Puebla. También hubo homenaje para el maestro Rafael Gil Rafaelillo y para el matador Angelino de Arriaga. Previamente, estuve en una librería en la que mi amigo, el novelista cubano Pepe Prats Sariol, presentó un libro. Así que la noche la he pasado con personas de corazón sensible e inteligencia avispada. Gente, según Julio César, de dormir inquieto y peligrosamente viva.
La vida es espléndida si se confía ciegamente en ella. Desde que vi sus cuadros, admiré a Remydenegro. Anoche, lo conocí porque personas generosas me asignaron la preciosa tarea de entregarle un reconocimiento. Para hacerlo, en un texto que llamé El sacramento de la luz, esto fue lo que dije:
“Con muy pocos toques de espátula la imagen está ahí, pero no sugerida, sino clara, vital, poderosa. Entre los misterios de la oscuridad surgen líneas radiantes. La luz ha bañado el fondo negro como una cascada de talento que revuelve el agua de esa poza profunda llamada creatividad. Él, seducido por el arrebato, rinde pleitesía al color negro. Desde hace años, lleva la ropa de esa tonalidad, porque este es el color del luto y el luto es la pátina del toreo. En la corrida o muere el toro o muere el torero, pero la muerte en la arena es la consumación de una liturgia que celebra la existencia. Porque el toreo es como la obra de Remydenegro, una explosión de júbilo por la vida, que estalla en la más seria negrura de lo luctuoso.
Remy es un maestro que sin pudores ha liberado a la loca de la casa. La imaginación en libertad es el trasto más vigoroso de Remy. Un trazo y aparece la figura, a veces, toque de espátula, a veces, caricia de pincel; cada trazo, cada matiz, lo hace recreándose en la suerte. Ritmo es uno de los principales atributos de su obra. “El baile que estás viendo en la plaza, es el baile que tienes que transmitir en el lienzo”, ha revelado convencido. Es que un cuadro tiene que tener ritmo, vitalidad, destellos, la pintura es el arte de lo refulgente. Remy sabe que los pigmentos al mezclarse absorben una mayor cantidad de luz resultando en tonos más oscuros. Entonces, el negro es el más rico de todos los colores.
Paradójico, que el pintor de los fondos en negro, sea un maestro de la luminosidad, aunque si se mira bien, no es de extrañarse. La pintura de Remydenegro es contrastante como lo es el toreo mismo. Ante la negra seriedad del toro, el fulgor de los oros en el traje del torero. Contrastes: el sol y la sombra, vida y muerte, sangre y gloria, algarabía jubilosa y silencios litúrgicos.
Nuestro artista -me apropio de él en nombre de todos los que estamos aquí, porque lo que nos conmueve lo hacemos nuestro- ha mostrado su obra pictórica y escultórica en las galerías más importantes a nivel internacional. Diversas ciudades de España, Estados Unidos, Francia, Holanda, Emiratos Árabes, entre otros países, han sido escaparate del arte desbordado de Remy J. López. En el catálogo de su obra: La gallardía del desplante de un torero en traje de charro, emblema mexicano matizado en verde, blanco y rojo, cartela: “soy mexicano y soy taurino”; una estrella de rock, una perdiz, el trío de galgos, bailaoras, jinetes andaluces, cetreros, halcones, caballos; también, el toreo de luces, las luces de Remydenengro por supuesto, lances y pases, puyazos, banderillas; don Quijote capa en mano y otra vez el lema al cante, “soy español y soy taurino”, insignia íbera, pero también nuestra, porque, nosotros, más que mestizos, hijos de un sincretismo, somos hispanos.
La obra de Remydenegro engancha, porque él atrapa el arte que transmiten las cosas emotivas, bellas, dramáticas y vibrantes que tiene la vida. Una entre otras, ¡desde luego!, el conjunto que conforman el toro y el torero, lo atrapa y lo plasma en un lienzo. Esa es su magia.
Artista sincero, claro, profundo, el arte es un espejo del alma, así es Remy J. López, que se desfonda de entrega en cada obra, por su talento como artista que se cimienta en sus virtudes como ser humano se le entrega este reconocimiento”.
Al final, nos dimos un abrazo. Me agradeció las palabras, pero más agradecido estaba yo. Remy es un referente para nutrir mi espíritu como mis otros amigos artistas: pintores, escritores, toreros, músicos; como mis libros, el cine, el campo donde paseo al amanecer, y cuanto sirva para rescatarme de este mundo vacío y vulgar. Gente magnánima que brilla como el sol, que me alumbra con su inspiración y su inteligencia.