Darío Carmona García, quien tejió desde Puebla una red de complicidades al amparo de Fernando González Sánchez, yerno de Elba Esther Gordillo, ya tiene boleto para subirse al tren de la Cuarta Transformación de Andrés Manuel López Obrador, el Presidente de México.

El ex secretario de Educación Pública en tiempos de Mario Marín García no es en modo alguno infiltrado del priismo del pasado porque terminó por romper con ese grupo político, sino del morenovallismo del presente.

En 2015 fue candidato a diputado federal en el distrito II por el Partido Nueva Alianza cuando el clan de Rafael Moreno Valle fue palomeando la lista de abanderados, entre quienes estaban Leticia Jasso Valencia, ex suplente del panista en el Senado.

Jasso Valencia generó furia en el panismo porque al asumir la senaduría luego de que Moreno Valle fue candidato a gobernador, dejó a Acción Nacional sin un escaño. Ningún reclamo valió porque el jefe del grupo era consentido por el presidente Felipe Calderón y la madrina, Gordillo Morales.

También participaron en las elecciones de ese 2015 Cirilo Salas Hernández, ex dirigente magisterial y Silvia Argüello de Julián, todos en el partido de Gordillo Morales en donde el ex gobernador mandó sin detenerse ante un cúmulo de integrantes del magisterio ofendidos y ninguneados, incapaces de levantar la voz para no ser perseguidos y acosados.

Fue capaz de imponer en la dirigencia aliancista a un lego en materia electoral como Cabalán Macari Álvaro, sin más oficio político que haber sido compañero de aventuras juveniles del ahora coordinador de los senadores en Acción Nacional.

Luego impulsó a Gerardo Islas Maldonado, un adicto al morenovallismo que se estrena como legislador local y coordinador del rebaño de Nueva Alianza, incapaz de frenar afanes provocadores de Juntos Haremos Historia.

Carmona García encajó en ese cuadro de influyentismo y cleptocracia, con soltura y comodidad. Fue operador del yerno de la mujer que encarna el sindicalismo caciquil y corrupto desde el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Y ya opera para el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán.

Un conjunto de fotografías en poder del columnista no admiten rechazo porque se observa a este personaje supervisar y girar instrucciones en las oficinas que ocupa el recién estrenado secretario de Estado, Esteban Moctezuma.

Sólo la mano protectora de Fernando González, el ex subsecretario de Educación Básica con Felipe Calderón Hinojosa pudo haber abierto la puerta de las recién estrenadas oficinas de quién fue Ejecutivo de Grupo Salinas.

Militantes y simpatizantes del Movimiento Regeneración Nacional acusaron a Luis Maldonado, ex secretario en el gabinete panista y ahora jefe de la oficina del secretario Moctezuma, de ser la avanzada de Moreno Valle. En realidad cada uno trazó su propia ruta.

El puente entre uno y otro es Darío Carmona.

Suponer que el ex candidato de Nueva Alianza en 2015 desempeña un rol administrativo es improbable. La talacha de revisión de oficios está lejos de corresponder al perfil de este alfil del ex gobernador repudiado en amplios círculos  políticos y sociales en México.